12.30.2008

Instrucciones Híbridas - Nº3


(Esta es una serie que consiste en indicaciones escritas para crear imágenes que ilustren un juego de palabras o al revés, para crear la imagen que dio nacimiento al juego de palabras. Porque todo juego de palabras es una imagen y es ahí donde se produce una superposición exacta de lo visual y lo textual. En estos casos, una imagen y un texto valen lo mismo.)

12.27.2008

La canción de hoy


Alguien recibió demasiadas tarjetas de Unicef esta navidad.

La fineza de la finitud


Este mes, muy apropiadamente, el tema en plagio.cl es el fin.
Mi texto aborda lo que creo que son algunas implicancias éticas de la finitud de la vida y de nuestra conciencia de ello.

11.11.2008

Instrucciones Híbridas - N°2

(Esta es una serie que consiste en indicaciones escritas para crear imágenes que ilustren un juego de palabras o al revés, para crear la imagen que dio nacimiento al juego de palabras. Porque todo juego de palabras es una imagen y es ahí donde se produce una superposición exacta de lo visual y lo textual. En estos casos, una imagen y un texto valen lo mismo.)

Un vegetariano contra las cuerdas


En esta nueva columna en Plagio, intento hacer frente a las preguntas más habituales de quienes cuestionan mi vegetarianismo o detectan alguna inconsistencia en él.


Creo que hay tresprincipios básicos en las respuestas que elaboré: La evolución no tiene dueño ni sentido; si un sufrimiento mayor puede evitarse con un sacrificio menor, hay que sacrificarse; y la búsqueda de una consecuencia absoluta es paralizante y, a la larga, menos ética.

11.07.2008

11.06.2008

Instrucciones Híbridas - Nº1

(Esta es una serie que consiste en indicaciones escritas para crear imágenes que ilustren un juego de palabras o al revés, para crear la imagen que dio nacimiento al juego de palabras. Porque todo juego de palabras es una imagen y es ahí donde se produce una superposición exacta de lo visual y lo textual. En estos casos, una imagen y un texto valen lo mismo.)



11.05.2008

La canción de hoy

Lo siento, pero no puedo evitarlo. Tocaron esta misma canción anoche, en Santiago, después de las primeras noticias sobre el triunfo de Obama. Era la canción que yo me imaginaba que tocarían si pasaba tal cosa: "I believe my shirt is wearing thin and change is what I believe in".

11.03.2008

Obama y la promesa de cambio

Obama tiene un plan de retiro de las tropas estadounidenses en Irak, no tengo muy claro qué piensa hacer en Afganistán y, en el frente económico, va a actuar como lo haría cualquier presidente en sus circunstancias: urgido y teniendo claro que por el momento es el estado el que tiene que apechugar.

La elección estadounidense de pasado mañana parece que tiene que ver más con los símbolos que con los contenidos concretos. McCain no haría un vgobierno tan distinto. Pasaría más tiempo en Irak, pero el plan de Obama tampoco contempla un repliegue instantáneo. Sin embargo, Obama encarna una "promesa de cambio" que es retórica como sólo puede serlo una propuesta de ese cariz. Pero lo importante es que es una promesa en la que la gente cree o quiere creer.

La hegemonía estadounidense tiembla y se ha vuelto contra sí misma, la economía capitalista enfrenta su peor crisis en ochenta años, los cimientos de todo lo que Estados Unidos encarna y garantiza como utopía liberal están agrietados. En tiempos de desorientación e incertidumbre, los símbolos parecen ofrecer más consuelo que los compromisos concretos.

Obama intuyó o supo leer esa necesidad de su país y por eso es probable que gane, porque además su propia figura es un aval de esa apuesta por el cambio. Un país que esclavizaba a los negros hace 150 años está a punto de escoger como su líder a un hombre de esa raza.

El propio triunfo de Obama será la primera demostración de una promesa cumplida. Muchas más demostraciones serán necesarias y es difícil que todas las expectativas depositadas en él no conduzcan a algún grado de decepción. Pero esa también es la medida de las oportunidades que se abren para este hombre, su país y nuestro mundo.

10.27.2008

Municipales: Problemas de ojo y audición

En las elecciones municipales de ayer, un poco antes del mediodía, unas cinco horas antes de que comenzaran los recuentos, me quedó claro quién ganaría la alcaldía de Santiago.

Siguiendo los despachos radiales supe que, mientras Pablo Zalaquett se encaminaba a una misa en la iglesia de Santa Ana, en la comuna de Santiago,Jaime Ravinet jugaba tenis con su instructor en una de las canchas del Balthus, en la comuna de Vitacura.

Dejemos de lado la cercanía política o religiosa con los personajes. ¿Por quién votaría un habitante de la comuna? ¿Por el candidato que espera los resultados dedicado a una actividad que se asocia a la reflexión en uno de los principales templos de la municipalidad o por el que se entrega a un pasatiempo en una comuna de la ciudad que cultural y socialmente es muy distinta a la suya?

No sé si es soberbia, tontera, indiferencia o flojera. Pero está claro que muchas de las candidaturas de la Concertación carecieron de punch en el día a día, en las calles, en el contacto directo con la vida real de los ciudadanos.

Las elecciones de alcaldes y concejales son lo más democrático de nuestra institucionalidad. Los defectos del sistema binominal no están presentes al repartir los cargos por mayoría simple en el caso de los alcaldes y proporcionalmente en el caso de los concejales. La competencia es real y lo que se premia es la gestión. Por eso, alcaldes que tuvieron pifias en su mandato no fueron reelectos (el caso de Valparaíso, donde al parecer Aldo Cornejo se dejó estar con el trabajo patrimonial en la comuna, es el más emblemático, pero no el único) y los que no dejaron decaer su ritmo de gestión se aseguraron otros cuatro años (los alcaldes de Peñalolén y Maipú, entre ellos).

En algunas de las comunas cedidas por la Concertación, el mérito fue de la Alianza, que supo a quién poner a competir. En Valparaíso, el ganador Jorge Castro (UDI) es un concejal de larga trayectoria que además es conocido por los porteños como "El Negro". En contraste, Cornejo era percibido como una figura distante. En Cerro Navia, ganó el RN Luis Plaza, que fue elegido Concejal el año 2000 y postuló a la alcaldía en 2004.

Plaza es un microempresario metalúrgico de extracción popular y dirigente social ligado a la causa de las enfermedades catastróficas. Llegó a votar con pulseras de santitos, estampas de Padre Hurtado, que le habían reglado sus adherentes y un cuello ortopédico producto de una agresión en el fragor de la camapaña. Celebró su triunfo en una carreta escoltado por cuatro partidarios a caballo.

¿Quién enfrentó a Plaza por la Concertación? Alvaro García, ex ministro y embajador, alumno del Yoga Shala, ligado familiarmente al escándalo de las indemnizaciones de Enap, personalmente al caso Corfo-Inverlink y puesto a competir en una decisión cupular patrocinada por Guido Girardi.

En una actualización de la frase "he escuchado la voz del pueblo", pronunciada por Ricardo Lagos tras no haber ganado la elección presidencial de 1999 en primera vuelta, la Presidenta Bachelet dijo anoche que la Concertación debía "escuchar el rumor de la calle".

El problema es que el rumor de la calle no llega muy fuerte a las cúpulas partidarias que reparten candidaturas con una lógica de preservación del poder por el poder ni al mundo palaciego en que parte de la Concertación parece que cree seguir viviendo y mucho menos a las canchas de tenis en Vitacura.

10.17.2008

Una canción para Santiago

Cántese con la melodía de "La joya del pacífico" (esa que empieza "eres un arcoiris de múltiples colores..."):

Eres un revoltijo de buses bicolores
la capital de Chile, en la depresión central
Tus mujeres no son tan señoritas
Hay algunas que son de armas tomar

Al mirarte Pudahuel, nuestro aeropuerto
con todos los chilenos que van a turistear
los que vuelven o están en conexión
quieren virarse pronto, con toda la razón

Del cerro San Cristóbal yo me pase pasé al Zanjón
Entre a un café con piernas, en busca de tu amor
Te fuiste al barrio Suecia y yo siempre detrás
Minoca de Santiago, ya dame la pasá

La pobla de la Victoria es pura desigualdad
Avenida Manuel Montt
va de Norte a Sur, no más

Más yo quisiera cantarte, con todito el corazón,
Parque Arauco, yo me endeudo
y de Santiago ya me voy.

10.14.2008

La canción de hoy

Gimnasio Manuel Plaza, 1979.

Entrevista a Alejandro Aravena

Los arquitectos me caen bien, tal vez porque desde muy temprano supe que yo no sería uno. Alejandro Aravena es el director ejecutivo de Elemental. Fue premiado hace algunas semanas en la Bienal de Venecia por el trabajo en vivienda social que realiza esa entidad. Lo entrevisté para uno de los últimos números de la revista Blank y acá recojo parte del diálogo publicado entonces.

Hay dos aristas en tu trabajo. Una tiene que ver con el rol tradicional de un arquitecto, la realización de proyectos para clientes particulares e institucionales. Por otro lado está el arquitecto como agente social, que busca mejorar la sociedad para quienes la habitan. ¿Esas son caras opuestas de tu trabajo o están relacionadas?
Aunque aparentemente se ven como aristas opuestas, diría que forman parte de un mismo polo. Para mí no hay demasiada diferencia en hacer este proyecto en Alemania con un presupuesto que sea el que tenga que ser o hacer vivienda social, donde cuánto va a costar es casi lo único de que se trata. De ahí el nombre “Elemental”, por ejemplo. Un proyecto elemental es algo a lo que le has sacado todo lo innecesario, todo lo que no viene al caso, todo lo que está de más. Esa es una aproximación que a uno le gustaría hacer independientemente del encargo que tenga. No veo, en realidad, demasiada distinción, porque siempre se trata de contestar con lo que viene estrictamente al caso, identificar precisamente qué es lo que uno quiere resolver. A veces es la falta de vivienda para una familia, otras veces será la necesidad de un espacio de equis metros cuadrados de una institución, pero la aproximación es la misma. Donde yo veo que hay una arista un poco más extraña es que, en Elemental sobre todo, tenemos muchos proyectos done el arquitecto se tiene que disolver en un grupo mucho más amplio, más complejo de profesionales.

¿A los arquitectos les cuesta eso de integrarse a un equipo multidiscplinario?
Yo diría que, en general, los arquitectos se juntan en el mundo a discutir temas que les interesan sólo a otros arquitectos. Si tú miras el lenguaje que se ocupa en las publicaciones de arquitectura, o los temas con que una persona justifica por qué un edificio se hizo de una manera y no de otra, en realidad les importan sólo a otros arquitectos. Eso responde a que, hace unos cuarenta años, hay un momento específico, que ocurre por ahí por los años setenta, en que los arquitectos le piden a la sociedad fuero para ser genios. Dicen “miren, yo tengo un mundo interior extraordinario, veo la vida y el mundo de una manera que ustedes no imaginan. Denme libertad para yo expresar esta manera de ser, denme libertad artística”.

Pero la expresión del genio individual ha estado presente históricamente, en la arquitectura de la antigüedad, en el gótico, en el renacimiento…
Sin embargo, si miras una catedral gótica, por ejemplo, era una herramienta en que una sociedad analfabeta era cristianizada o evangelizada por medio de una obra de arquitectura. Una sociedad completa era capaz de leer un edificio. No podías leer la Biblia, pero veías el edificio y el mensaje quedaba transmitido. Por lo tanto, si ese mensaje no estaba lo suficientemente de acuerdo con una masa, por decirlo así, la obra carecía de sentido. Ninguna obra en la antigüedad clásica era entendible independiente de la sociedad en torno a ella. Incluso en los años 20, los grandes nombres del movimiento moderno en la arquitectura estaban dedicados a la reconstrucción de ciudades, al déficit habitacional. Los grandes nombres de la arquitectura de hoy están dedicados a museos, edificios corporativos, en general temas que son poco transversales. Y el origen de eso es que, de los setenta en adelante, hay un grupo que pide fuero para ser creativo, artísticamente libre. La sociedad se lo concede y el precio que paga la arquitectura es la irrelevancia. Los arquitectos no están en los temas duros que le importan a un país, los que te complican de verdad, pobreza, violencia, resentimiento, segregación, desigualdad.

¿Cuál es la principal peculiaridad de la respuesta que Elemental da a las preguntas sobre vivienda social?
Yo diría que básicamente es redefinir la noción de calidad. Cualquier chileno te diría que una casa de mala calidad es una casa chica y mal hecha. Por lo tanto, la primera respuesta sería que hacerlas de mejor calidad sería hacerlas más grandes y mejores. Nos pareció que eso iba a significar contestar bien la pregunta equivocada. La razón es que los fondos públicos en Chile alcanzan para construir la mitad de una casa. Eso en general es así en el mundo. Y cuando la plata alcanza para la mitad, la pregunta relevante es qué mitad hacemos. Uno debiera hacer con fondos públicos la mitad que una familia nunca va a poder lograr por su cuenta. El tamaño y las terminaciones son algo que una familia si va a poder hacer siempre y cuando, por ejemplo, no pierda la pega. Para no perder la pega, las viviendas sociales tienen que estar bien localizadas. Por lo tanto, antes de contestar cuánto, cuántos metros cuadrados tiene una casa, cuántas terminaciones, la vivienda social debiera contestar dónde. Esa es una pregunta que no se le hace en general a la vivienda social. Cuando nos compramos casa, esperamos que cada día que pasa valga más. No hay ninguna razón para que en vivienda social eso no ocurra y veníamos observando hace tiempo que en vivienda social la cosa se parece más a comprarse un auto que a comprarse una casa, cada día que pasa vale menos. Eso es una desgracia. Este principio de hacer bien la mitad difícil de una casa, de tal forma que tenga la capacidad de valorizarse en el tiempo es el ADN con que enfrentamos los diseños, aun cuando las formas no sean siempre iguales.

¿Qué tan aplicable es esto en Santiago, donde los suelos son más caros que en el resto del país?
Estamos con cinco proyectos en Santiago, todos dentro del límite urbano, un proyecto en Renca, un proyecto en Lo Espejo. Tenemos posibilidades de hacer conjuntos de viviendas sociales integrados por un buen rato. Pero eso eventualmente también se va a acabar o el mercado se va a dar cuenta y van a subir los precios de los suelos. En Elemental trabajamos en paralelo en usar la ciudad como fuente de equidad. Es decir, si la gente vive en “A”, porque le tocó una casa del subsidio allá y la ciudad, que en el fondo es una concentración de las oportunidades, donde están las fuentes de estudio, de trabajo, de recreación, está en “B”, la lógica es tratar de poner “A” lo más cerca posible de “B”. Y eso cuesta caro. La segunda lógica es tomar las oportunidades y ponerlas ahí donde ha habido o se ha construido vivienda social. La segunda gran veta de proyectos de Elemental son tomar proyectos de infraestructura, de espacio público de transporte, y colocarlos ahí donde la ciudad ha quedado al margen de estas oportunidades que se concentran en otros lados. Uno podría usar la ciudad como fuente de equidad y construir un centro nuevo para Santiago. Eso diría que es una tarea pendiente para la sociedad chilena.

Eso se contrapone a una concepción más bien romántica sobre la ciudad que tiene la elite chilena. Se tiende a privilegiar el modelo de ciudad europea antes que el modelo de ciudad con varios centros urbanos conectados por autopistas, como en Los Angeles.
La discusión sobre la ciudad tiende a ser demasiado ideológica. En las cartas a los diarios, por ejemplo, todo el debate público es entre los que defienden que la ciudad debería ser con autopistas, porque son eficientes, y los que defienden que debería ser sin autopistas, porque son inhumanas. En general, hay ejemplos de ciudades con autopistas que son buenas y hay ejemplos de ciudades con autopistas que son malas. Asumiendo que Santiago tiene 50 por 40 kilómetros, con periferias de tal naturaleza, con las autopistas que se han hecho, aceptando que es así, lo que hay que preguntarse es qué debería cumplirse para que fuera una buena ciudad.
No es posible que Santiago, con el desarrollo que tiene, no tenga un solo lugar donde pueda ir a andar en bicicleta con un niño por más de 800 metros. Si quiero salir a trotar por el borde del río, ando un tramo y en el Puente del Arzobispo se me acaba la vereda. No hay un sólo espacio público en Santiago acorde con el tamaño que hemos alcanzado.

¿No está cambiando nuestro modo de vida de tal forma que esos espacios públicos grandes ya no responden a nuestras necesidades?
Cambia y no cambia, como en todas las cosas. Al final del día, como dice la Marguerite Yourcenar, tenemos los mismos tendones que los romanos y una escalera cómoda es la misma que hace dos mil años. Independientemente del cambio en tu estilo de vida, el asado debajo de una sombra o echarse debajo de la sombra de un árbol sigue siendo imbatible. Cada vez veo más gente andando en bicicleta en el cerro. Un espacio público horizontal para que más gente ande en bicicleta, no existe.

¿Dónde cabe eso en Santiago?
La base del cerro San Cristóbal es un proyecto que estamos empujando hace años. Antiguamente, para llevar agua desde el río Mapocho a la zona Norte, no te quedaba otra que rodear el cerro con una cuestión que se llamaba Canal del Carmen. En los años sesenta, el canal se entuba. Cuando vas al teleférico se pasa un puente sobre un canal. Ese es el tubo del Canal del Carmen. El lecho seco del Canal del Carmen sigue por detrás de Pedro de Valdivia, pasa por detrás del Sheraton, por arriba de los canales de televisión, por esa calle que se llama Carlos Reed, que llega hasta el Zoológico. Si miras desde el Cerro Blanco, desde Huechuraba, o cuando vienes por Vespucio, hay una línea que es el antiguo Canal del Carmen. Son trece kilómetros continuos de paseo peatonal horizontal. Lo único que hay que hacer es desmalezar el antiguo canal y ponerle un poco de maicillo si quieres la versión “desde”. No es un problema de recursos., es un problema de coordinación. Normalmente, esos espacios en las ciudades están asociados a las geografías. Qué es la única cosa barata que uno puede hacer en Londres, pasearse por la caja del Támesis. En Río de Janeiro, las playas. El Malecón en La Habana. No existe un espacio geográfico en Santiago que hayamos podido capitalizar y lo tenemos acá al lado.

De alguna forma la identidad de una ciudad tiene mucho que ver con lo que se puede hacer gratis en ella.
Yo diría que sí. Nunca lo había pensado en esos términos. Yo diría que cada ciudad sabe dónde tiene sus fortalezas. Si uno mira Santiago, no hay ninguna obra de arquitectura o ningún centro histórico que uno dijera “oye, ¿fuiste a Santiago y viste tal cosa?”. Su virtud es su geografía. Lo primero que haces con un gringo, lo subes al cerro San Cristóbal y le muestras el valle. La arquitectura que esté puesta encima da un poco lo mismo.

¿Cómo entiendes lo patrimonial?
Nunca lo he pensado. Probablemente, nunca me ha interesado porque en Chile no hay patrimonio. Acá se considera vieja una construcción de 90 años. Vengo llegando de España, donde algo de menos de 90 años se considera moderno. Se puede botar sin pedir permiso. En Chile, como en América, lo importante no es la historia, es la geografía. Nuestro lujo no es el tiempo, es el espacio. En el caso de Chile, la discusión patrimonial no me quita el sueño.

¿Si te dicen “vamos a botar la Estación Central”, te da lo mismo?
Sí.

“Vamos a botar La Moneda” ¿Te da lo mismo?
Quizás un poco menos, pero si me ponen una pistola al pecho, me da lo mismo.

El palacio Cousiño, el Club Hípico...
Sí, porque en general son arquitecturas periféricas... si vamos a ir a buscar clubes hípicos en esa línea, te vas a otro lugar del mundo. Ahora, me parece bien que estén y no los botaría si no es para reemplazarlos con algo mejor. Y acá en general se reemplaza con algo de peor calidad. Pero me parece muchísimo más grave pitearse los ríos de Aysén con centrales hidroeléctricas. Eso es patrimonio para mí. Eso, además, es nuestro lujo. Eso es por lo que mucha gente del mundo estaría dispuesta a venir a Chile pagando. Nadie va a venir a Chile a darse una vuelta al Club Hípico. Sin embargo, sí hay gringos que van dejar mucha plata por venir a ver un glaciar de Aysén.

10.09.2008

La canción de hoy

Amén.

Corazón partido


Una de las noticias destacadas en la cobertura de las municipales es cómo los afiches de campaña omiten los partidos de los candidatos o los que respaldan sus postulaciones si se trata de independientes.

Lo primero que he observado es que no es tan así. Una buena cantidad de propaganda que he visto sí incluye el nombre, las siglas o una imagen representativa del partido o la coalición tras los candidatos.

De todos modos, no es una presencia protagónica y los logos se han modernizado hasta hacerse irreconocibles. De la estrella de triple contorno de RN no hay casi nada, la "U" angulosa y tosca de la UDI no aparece por ningún sitio, la flecha de la DC debió haber caído en otro lado y el mapa de Latinoamérica con el hacha del PS deben estar juntando polvo en alguna bodega.

La conclusión obvia es que nadie identifica tan abiertamente a los partidos porque la política está desprestigiada y los partidos más todavía.

Pero supongamos que a un publicista le encargan salvar una marca. Hacer que la gente vuelva a reconocerla, a quererla, a creer en ella. ¿Cómo respondería al encargo?

Habría muchas maneras de hacerlo, seguramente. Pero si yo fuera el dueño de la marca, la única respuesta que no querría escuchar sería que para salvar a la marca hay que matarla. Para eso, no le pago a un publicista y la mato yo mismo, para que no sufra más.

10.08.2008

La canción de hoy

Ah, la tele de antes...

El transporte público

Debo ser de los pocos que le tienen algo de cariño a Transantiago. Que el troncal que me deja en la puerta de mi casa esté prestando un servicio adecuado, no como otros, debe tener que ver. Pero siempre he sido un entusiasta de las micros y quisiera que todo el mundo en Santiago y en las demás ciudades chilenas tuviera acceso a un transporte público cómodo, rápido y económicamente accesible.

Extraño las micros multicolores. En algún sitio leí hace poco que alguien se acordaba con una imitación del lagarto Juancho que era el logo de la Pedro de Valdivia y me emocioné a niveles proustianos. De todos modos, estoy dispuesto a pagar el precio de perder ese colorido por un sistema visualmente uniforme pero eficiente.

Durante la adolescencia viajaba varios kilómetros entre la casa y el colegio. Entre los estudiantes que compartíamos el trayecto se crearon redes de amistad y se armaron unos cuantos pololeos. Como las micros no paraban siempre para llevar escolares, solíamos coincidir en la misma. Hoy, estaría dispuesto a renunciar a esa vida social a cambio de un transporte fluido y cómodo para los estudiantes.

Se supone que Transantiago corrige males del antiguo sistema de locomoción colectiva, como las carreras por los pasajeros y la contaminación acústica y atmosférica. Hasta el momento, esas serían las únicas ventajas observables. No es poco, pero siento que tenemos que renunciar a una parte de nuestra idiosincracia a cambio de nada. Entre el folcor y la eficiencia, prefiero la eficiencia. Pero entre el folcor y el desorden, prefiero el folclor.

10.07.2008

La canción de hoy

Vamos a la playa, oh oh oh oh oh...

Pobres hombres

Los hombres heterosexuales somos una minoría oprimida.

Algunas razones:

  • Nos educaron para no hacer nada en la casa, ni cocinar, ni el aseo, ni las camas, ni lavar loza ni ropa. Pero hoy tenemos que participar de esos asuntos domésticos. En vez de valorar el esfuerzo de romper con un patrón cultural que se arrastró por generaciones, las mujeres se enojan con los hombres porque la cama queda con arrugas, la loza no está impecable y hay rastros de polvo en una esquina inaccesible de la casa.

  • Casi toda la publicidad y los contenidos de los medios de comunicación recurren al cuerpo femenino como anzuelo para el consumo. Hoy, a nuestro colega de género promedio apenas le da el físico, el tiempo y la plata para mantener vivos el romanticismo y la calentura con su propia pierna. Esa exposición brutal de minas inalcanzables es pura crueldad.

  • El código civil plantea que la madre tiene la preferencia para quedarse con los hijos en caso de separación.

  • Los jefes de los hombres no están conformes con el tiempo que le dedican al trabajo. Las mujeres no están conformes con el tiempo que le dedican a la casa.

  • La sociedad hoy les piden que sean sensibles, pero que al mismo tiempo sepan arreglar una batería de auto, cambiar una rueda, saber carpintería, arreglar enchufes y cañerías. Nadie verdaderamente sensible sabe hacer todo eso.

  • A las minas les sigue gustando el bruto que más daño les pueda hacer.

10.06.2008

La canción de hoy

Es que uno no es de fierro...

Hay una mosca en mi sopa, yo pedí dos

(Este texto tuvo su versión sonora aquí)

Como vegetariano, la evolución de nuestros hábitos nutritivos está en un lugar elevado de mi ranking de intereses. Así que me llamó mucho la atención leer en la revista online Slate que el futuro alimenticio del planeta se mueve por el suelo sobre seis patas.

Los insectos, según cita Slate a Science News, pueden ser la respuesta a la crisis alimenticia y la pandemia de obesidad que se expanden por el mundo. Los grillos, por ejemplo son ricos en zinc, hierro y calcio, tres minerales con poca presencia en las dietas de países pobres. En general, los insectos poseen más minerales y grasas sanas que la carne de vacuno o de cerdo.

Además, los insectos son más baratos. Comen menos y se reproducen con mayor rapidez. Consumen menos terreno que el ganado y pueden criarse fácilmente en pequeñas granjas domésticas.

Antes de que cualquiera ponga cara de asco, hay que subrayar que los insectos son a la tierra lo que los apetecidos crustáceos como langostas y camarones son al mar.

Como vegetariano, en todo caso, me queda una duda. Hay quienes dicen que los invertebrados no sienten dolor y otros dicen que sí. Hay argumentos científicos para ambas posturas.

Ante la duda, siempre cabe la posibilidad de abstenerse. O se puede esperar que la biotecnología logre producir células de insectos para extraer proteínas sin tener que segar la vida de los parientes de Pepe Grillo, la Chinita Margarita o la Pulga Atómica.

10.05.2008

La canción de hoy y algunas líneas sobre el particular



No alcancé a tener 18 para el plebiscito que puso fin a la dictadura militar. Sin embargo, igual participé como enlace para uno de los sistemas de cómputo alternativo de la entonces naciente Concertación. Con la perspectiva de los 20 años transcurridos, muchos coinciden en señalar que esos recuentos paralelos fueron decisivos para asegurar que el régimen reconociera el resultado adverso.

El trabajo era bastante sencillo. Había que ir a un local de votación, un apoderado te entregaba los resultados de un grupo de mesas y tú los llevabas a una casa desde la cual esa información se despachaba telefónicamente a una central. Las precauciones que se tomaron hoy parecerían sobredimensionadas, pero son un buena medida del miedo, la incertidumbre y la desconfianza que reinaban en esos días: Una o dos semanas antes del plebiscito, fui a una reunión con otros jóvenes que seríamos enlaces y dirigentes de base de la Concertación. Nos hicieron cheqeos médicos, nos explicaron cómo reaccionar en caso de que nos interceptaran militares. Todavía me da risa cuando me acuerdo que un dirigente nos dijo "si alguien de ustedes consume marihuana o pepas, es mejor que ese día no lleven nada de eso".

Terminada la pega de enlace, me fui a quedar donde de un compañero de curso que trabajó conmigo en lo mismo. Insisto en lo de la incertidumbre, la cosa no estaba como para irme solo a mi casa. Acostado en la oscuridad sobre un colchón en el suelo, escuchaba la noticias en Cooperativa hasta que, en su célebre intervención de madrugada, Matthei reconoció el triunfo del No.  Mientras la democracia se derrumbaba en 1973, Allende le brindaba una especie de requiem radial en su último discurso. Otra emisión radial, con la voz parca de un general de aviación, traía la democracia de regreso.

Sabemos de sobra que la política chilena es peculiar. Así como un marxista fue elegido presidente democráticamente, el dictador que lo derrocó fue alejado del poder mediante las urnas, aunque, y esto es otra curiosidad local, se mantuvo como comandante en jefe del ejército y luego se convirtió en senador.

Nuestra transición ha sido una historia de tensiones y concesiones, de pragmatismo y principios. No todos están conformes con ella y puede resultar poco sexy declararse entusiasta de este camino. Pero yo creo que la principal lección de estos 20 años es que la democracia es la única vía que ofrece la posibilidad de una vida cada vez más digna para los habitantes de un país. No la asegura, pero no hay ningún sistema que haga tal cosa.

Por eso me da pena cuando hoy, después de esa particular épica pacífica que comenzó el 5 de octubre de 1988, los brotes de corrupción, el apego al clientelismo y la poca voluntad para mejorar las pifias institucionales que subsisten en nuestro ordenamiento (sistema binominal, voto obligatorio previa inscripción), estén minando el aprecio por nuestra democracia. 
 


10.03.2008

La canción de hoy


- ¿Y cómo te salió la María?
- Bien mala para el aseo, pero pucha que entretiene a los niños.

Sexo, poder y Madonna


Para mí, ella siempre ha sido un referente más sexual que musical.

En esta nueva columna de plagio, reviso la evolución erótica del principal icono sexual de nuestra generación, la primera mujer que asumió el completo control de su figura como arma de deseo.

Vestidos de novia, corpiños cónicos,  la utopía de una sexualidad liberada del envejecimiento y confesiones embarazosas de parte del autor.

Strike the pose.

10.02.2008

La canción de hoy

Ellos eligen su vida sin drogas.

Un miedo inconcebible a la pobreza


Quiero creerles a las autoridades, al Ministro de Hacienda y al Presidente del Banco Central cuando dicen que Chile está preparado para resistir las consecuencias de la crisis financiera estadounidense. Pero algo me dice que la cosa viene peluda.

Sólo hasta hace poco, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, decía que la situación estaba bajo control. Claramente no lo estaba días después, cuando se arrodilló ante la vocera de los representantes demócratas, Nancy Pelosi, para que sus compañeros de partido votaran a favor de su plan de rescate.

Entonces hay que recibir todos los llamados a la calma con sospecha. Porque además es obvio que ninguna autoridad va a decir "estamos con el agua hasta el cuello, sálvese quien puedan, huyan a las montañas". Si lo hiciera, no estaría cumpliendo su pega.

Cómo nos va a pegar esta cosa, no lo sé. Recuerdo que la crisis chilena de los ochenta, que se parece mucho a la crisis subprime, me hizo conocer la "carne vegetal", el renovador de calzado, las canastas familiares en las rifas del colegio, el yoghurt hecho de "pajaritos", sea lo que haya sido eso.

Tal vez todo eso regrese y la onda ochentera siga haciendo de las suyas.

9.30.2008

Al abordaje de las grandes alamedas

Me quedó dando vuelta esto de los grandes chilenos y la pelea estrecha entre Allende y Prat. Creo que la contienda (término muy de Prat, ¿no?) se definió entre los dos porque ambos son personajes muy similares.

Prat y Allende dieron su vida por una causa derrotada. Prat sabía que la desprovista fragata Esmeralda no tenía nada que hacer ante el acorazado Huáscar, pero murió peleando hasta el final. Allende sabía que el golpe militar en su contra llevaba todas las de ganar y se suicidó para impedir que las Fuerzas Armadas se dieran el gusto de sacar de La Moneda a un presidente democráticamente electo.

De alguna manera, también Prat y Allende murieron por una utopía fallida. El héroe naval fue al abordaje de la nave enemiga impulsado por un patriotismo que en realidad disfrazaba intereses colonialistas en la explotación del salitre. El líder de la Unidad Popular se inmoló por un programa ideológico que en ningún lugar del mundo logró su propósito abolir la explotación y la pobreza.

Creo que a los chilenos nos gusta la derrota digna. Cuando vamos a perder, perdemos porque queremos. En eso se parecen los discursos del abordaje y las grandes alamedas. La contienda desigual nos viene bien. Nos gustan más los perdedores trágicos y grandilocuentes que los personajes eficientes, como Carlos Condell y algunos socialistas renovados.

8.18.2008

La belleza fea: una columna extraña

Me gustaría reivindicar y quiero creer en una belleza que pueda pertenecernos a la mayoría de los humanos: la belleza de la mediocridad y lo gris.

Pocas cosas dan para tantos lugares comunes y contradicciones como la belleza. Que es subjetiva, que cada época tiene su patrón, que es un atisbo de una supuesta universalidad, que es independiente de la moral, que no hay estética sin ética y así hasta llenar anaquel tras anaquel, biblioteca tras biblioteca.

Yo no sé. Tal vez lo único de lo que podría llegar a estar seguro es que la belleza, más que una definición, es una búsqueda. Lo único que tienen en común sus múltiples definiciones es que todas germinaron a partir de una pregunta o de un anhelo de belleza. Supongo que tanto lo celestial como lo monstruoso, lo armonioso y lo caótico, lo consolador y lo ominoso en la historia de la creación artística son el fruto de una búsqueda consciente o inconsciente de la belleza, aunque no sé qué puede ser esa belleza que se busca.

¿Dónde se puede buscar la belleza? Esa es la pregunta que me interesa. Yo estoy por buscarla, o por inventarla, donde no se le suele admirar, desde donde no se le puede llevar a las paredes de un museo.

Tampoco creo en la belleza física. Como miembro de la especie aún en edad fértil, por cierto que mi organismo reacciona ante el estímulo de una anatomía bien dotada, pero esa no es la belleza para mí. Eso es un incentivo para la reproducción que adquiere distintos ropajes culturales a lo largo de la historia. No creo que la belleza tenga que ser funcional.

La belleza que yo busco debe ser inútil. No lo planteo como definición, sino como requisito. La belleza que yo busco tiene que poder encontrarse en cada esquina de este mundo. No puede ser patrimonio de una élite bien instruida y alimentada ni de una vanguardia iluminada. La belleza que yo busco no pertenece a los héroes ni a los revolucionarios, a los malditos ni a los beatíficos.
La belleza que yo busco no tiene una épica ni una poética. La belleza que yo busco es fea, es gris, es mediocre.

Quiero creer en una belleza del miedo y la cobardía. En que hay algo de bello en la vida del funcionario que transita entre su casa y el trabajo, que está obligado a obedecer, que no tiene aspiraciones ni grandes sueños. Que no le hace mal a nadie, pero que tampoco hace el bien.

Necesito creer que hay belleza en el transcurso anodino de las horas de casi la totalidad de los humanos que han pasado, pasamos y pasarán sobre este mundo. La belleza de los artistas, de los poetas, de los profetas puede llegar a conmoverme, pero me huele a engaño, a una falsa promesa de trascendencia.

Me gustaría poder parar a cualquier hombre o a cualquier mujer en la calle y decirle “te encuentro bello, te encuentro bella, porque eres como yo y yo soy como tú, porque nuestro paso dejará pequeñas huellas que se disiparán en unas pocas generaciones, porque no somos héroes ni rebeldes, locos ni villanos. Somos bellos por estar vivos. Por ser. Por haber sido”.

7.01.2008

¿Es facho el rock?

Esa es una de las preguntas centrales de esta nueva columna en el siempre estimulante sitio plagio.cl.

"Lo que a veces me parece una música o, más que eso, una cultura contestataria y desestabilizadora, se me revela más tarde como un bien de consumo uniformador, conservador y, como las religiones, centrado en su propio mito, su propia retórica y sus propios mártires".

6.13.2008

En el día del padre: Las instrucciones que nadie me dio

Aunque soy padre hace cinco años, sigo considerándome un primerizo. Mi segundo hijo tiene siete meses y me parece que olvidé todo lo que, a fuerza de errores, pude haber aprendido con mi hija mayor. Una vez le di una mamadera con sal a la pobre. Le puse aceite en la ropa y el pelo pensando que era colonia para guaguas.

Me consolé pensado que había un aprendizaje luego de tales condoros. Pero acá estoy, igual de torpe y con la misma sensación de extravío de hace media década, cuando empecé en “la mágica aventura de ser papá”.

Como muchos congéneres que se las dan de evolucionados y progresistas, leí manuales sobre gestación y crianza de recién nacidos durante el primer embarazo de mi mujer. Deseché de plano la idea de releerlos durante el segundo. Esos libros sobreestiman a los hombres. Aprendí mucho sobre el tapón mucoso, pero en ninguna parte encontré tips como “asegúrese de endulzar la leche de su bebé con azúcar” o “lea bien las etiquetas de lociones y aceites antes de frotarlos en la ropa y el cuerpo de su bebé”.

Y eso que no me veo liderando el ranking de ineficiencia o flojera parental. Tengo amigos de mi edad y con hijos que hacen gestos de náuseas a la sola mención de las palabras pañal o mudador, sugiriendo que sufren una incompatibilidad biológica con la limpieza de desechos de lactantes. Yo les digo que mudar es lo más fácil. Vestir a una guagua es un desafío infinitamente mayor, a la paciencia, a la lógica y al orgullo.

Toda la vida pensé que no había nada más difícil que desabrochar el corpiño de una mujer, tanto por la destreza técnica necesaria como por lo que involucraba llegar a tal situación. Me equivoqué. Unir correctamente los botones y broches de un enterito o un pilucho es una proeza más ardua todavía. Además, hay que saber distinguir las prendas: pilucho, enterito, osito. No sé cuál es cuál. Sólo tengo claro que el pijama, que es como un buzo, es lo único que se parece a la ropa normal.

Por cierto, en ningún libro sobre “la dulce espera” ni “el maravilloso viaje de ser padres” vi diagramas para poner correctamente un pilucho. Ninguna mujer explica en esas páginas qué lo diferencia de un osito o de un enterito. Sospecho que ellas se han puesto de acuerdo por generaciones para crear un culto hermético en torno a la ropa de recién nacidos y así excluir a los padres.

Si uno lo piensa bien, no debería ser tan complicado. Si sólo basta distinguir lo abrigado de lo desabrigado, el frío del calor. Y eso créanme que puedo hacerlo. Aunque mi hija, esgrimiendo el historial de la temperatura de sus papas, tal vez sostenga lo contrario. Con que se le olvide lo de la sal me conformo.

6.07.2008

Sergio Ernesto Lavín Zamudio (1914 - 2008)


Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce...
si hay algo en él de amargo, seré yo.
(César Vallejo)

Mi abuelo murió hace una semana y un par de días. Una leucemia que sobrellevó admirablemente durante muchos años terminó con su vida cuando tenía 93 años.
He querido escribir algo sobre él todo este tiempo, pero me habían detenido la pena y cierto pasmo que me produce la histeria de los ritos funerarios católicos, la invocación obstinada a dios y el más allá, la triste rutina de lugares comunes que se esgrimen como consuelo, la puesta en escena y los diálogos fútiles que se montan con el fin de disimular el triunfo de la muerte, protagonista que se impone siempre y pese a todo.

Viví con mi abuelo hasta los 21 años. El forma parte del cuadro hasta en mis primeros recuerdos. Crecí observándolo y gran parte de lo que soy se lo debo a él. Era un hombre bueno y sencillo. Fue el primero que me hizo el truco del pulgar que parece amputado. Fue el primero que me preguntó cuántos pares eran tres moscas y de qué color era el caballo blanco de Napoleón. Me contaba chistes. Como nadie, mi abuelo me enseñó a apreciar la importancia del humor y los juegos en la vida.

Lo recuerdo en la primera casa en que viví con él, la casa donde nací, sacando uvas del parrón y naranjas de un árbol cuyas ramas alcanzaba con una vara larga a la que había adosado un cortaplumas y un tarro para recibir la fruta. Mi abuelo siempre estaba inventando herramientas y muebles, pisos, taburetes, mesas. Le gustaba cuidar su jardín.

A veces me llevaba de compras y se valía de su simpatía natural para conseguir siempre alguna rebaja. Durante gran parte de su vida trabajó como vendedor, por lo que sabía tratar a la gente, demostrarle preocupación y consideración. Lo hacía honestamente y con todo el mundo. Era discretamente coqueto y galante. Pasó sus últimos días rodeado de mujeres.

Mi abuelo vivía en una forma que no era precaria, pero que tampoco iba mucho más allá de la satisfacción de las necesidades básicas. Creo que le bastaba con eso. Disfrutaba con lo esencial, el brote de una rosa, una copa de vino, una partida de dominó. Tal vez no tuvo ambición, pero nunca pasó por encima de nadie, nunca engañó, nunca manipuló, nunca explotó a nadie.

Mi abuelo era un hombre de otro tiempo, al que le importaban cosas que a nosotros ya no nos importan. Era capaz de ser feliz con un rayo de sol. Ahora que no está, creo que necesito aprender a ser como él.

5.19.2008

Etica de las Ciudades


Plagio está de relanzamiento con una interesante propuesta web.

En esta columna, discurro sobre la ciudad, abordando qué es más relevante, si su belleza o su bondad.
El romanticismo urbanístico de la clase media alta, sostengo, favorece una ciudad más bella pero más injusta.

Cosas que asumimos fácilmente que embellecen una ciudad pueden hacerla más desigual. Lo que se comúnmente se cree que la afea, puede convertirla en un lugar más ético.

3.29.2008

Sobre los huevos


Como debe sucederle a gran parte de los vegetarianos, muchas veces me resulta incómodo tener que explicar por qué no como carne de animales. En ocasiones como esas, adivino cuando ciertos interlocutores formulan para sus adentros juicios sobre mi sanidad mental. Se trasluce en sus miradas. Hay quienes incluso me han tildado abiertamente de loco o raro.


Debo reconocer que hay rasgos inconsistentes de mi vegetarianismo que también tienen parte de la culpa y me enredan. Al contrario de los veganos, utilizo productos de origen animal: zapatos, zapatillas, ropa de cama. Como huevos y productos lácteos.


Mis razones tienen que ver con el sufrimiento de los seres vivos. Tomarse la leche de una vaca o comerse los huevos de una gallina no es necesariamente hacerlas sufrir. Sé que en las condicciones actuales de producción agropecuaria esto no es así y la crueldad con estas especies es la norma. Pero aquí quiero abordar el tema en teoría. Y, en teoría, uno podría alimentarse con estos productos del ciclo de reproducción y crianza de aves, mamíferos y peces sin que tengan que sufrir, sin que registren dolor en sus sistemas nerviosos, que es como entiendo el sufrimiento en este ámbito. Por eso también como mariscos. No tienen cerebro, o sea, no tienen un procesador biológico capaz de registrar y codificar sensaciones de placer y displacer.


Con la ropa y otros textiles es lo mismo. Supongo que el cuero de un animal muerto sin intervención humana es tan bueno como el de uno que ha sido criado expresamente para convertirlo en alfombra o abrigo. De todos modos, no soy tan entendido en los menesteres de la curtiembre, así que agradeceré si algún visitante puede aclarar este punto.


Pero asumamos que no es necesario matar a un ser vivo para ocupar su piel. También se podrá pensar que no hay drama en sacarle una que otra pluma a los gansos o lana a las ovejas. Aparte de donar mis órganos, estoy dispuesto a que ocupen mi piel en lo que quieran después de muerto. Me seduce reencarnarme en zapatos o en un sofá.


La cosa es que a la gallina no le duele que uno se coma sus huevos. La clara y la yema tampoco experimentan sensación alguna. Ahora, lo curioso es que un huevo es similar a un embrión humano. No es que yo desayune embriones revueltos, sino que así como un huevo es un gallo o una gallina en potencia, el embrión es un humano en potencia.


Es inconsistente ver en los huevos un desayuno o insumos para un queque y ver en un embrión una vida humana full equipo, hasta con alma.


La idea de que los humanos posean un alma es bastante curiosa. Pero más curiosa es todavía la idea de que son los únicos seres vivos que cuentan con ella. Me parece que algunas religiones han tomado muy en serio lo que no es más que un ingrediente puesto en el Génesis para sustentar y acotar la tensión narrativa. Si se contara que Dios les dio alma también a los animales, el enredo habría sido mayor, la trama se habría desdibujado y adiós best seller.


Entonces, para ser un verdadero practicante de una religión que profese creencias de este tipo, hay que sostener que en alguna parte de un minúsculo embrión reside un alma. Que en las clínicas de fertilización se mantienen almas congeladas.


Para los credos que condenan el aborto, la fertilización asistida y los métodos anticonceptivos, el sufrimiento de los seres vivos que cuenta es sólo el de aquellos a los que atribuyen, sólo sobre la base de sus propios dogmas, la posesión de un alma.


Sin ese pequeño pero fundamental resquicio, sin esa fantasía que ha resistido milenios gracias a la porfía humana de considerar inferiores a los otros animales, los católicos, por ejemplo, no podrían comer huevos.


Qué suerte, porque a la copa son tan ricos, ¿no?

3.04.2008

Marzo es una fiesta


Pasé frente a uno de esos containers de pago de la patente y se me ocurrió.

Marzo es una fiesta sin festivos. Pero una fiesta, como semana santa, fiestas patrias, navidad, halloween, el 21 de mayo.

Es como un carnaval de regreso a los deberes y se organiza carnavalescamente, con vitrinas nuevas en las tiendas, con un repertorio humorístico común en las conversaciones cotidianas, con mensajes alusivos a las fechas en los medios de comunicación.

La publicidad, cuya especialidad es el lenguaje del carnaval, cachó tiempo atrás que tenía que hacer de este mes un rito para que nos riéramos de nuestro padecimiento, lo que también es propio de los carnavales.

Marzo es un rito que marca el inicio del ciclo de las aglomeraciones, de las congestiones vehiculares. Es la temporada de volver a lo colectivo. Es un baile masivo con otra música.

Me gusta esta mezcla de calor veraniego con la energía de una ciudad que se mueve al ritmo acelerado de los peatones, al compás ansioso de los automóviles embotellados, horadada por la percusión de los taladros y la maquinaria pesada.

2.14.2008

El Amor (y una dedicatoria a Valeria)


Ella le preguntó a su amiga: "¿Y ustedes, siguen estando enamorados?".

-No sé -fue la respuesta. No cacho.

-¿Pero podrías resistir no estar con él mañana? ¿Puedes imaginarte la vida sin él?

-Ah, no. No puedo.

-Entonces, estás enamorada.

Ella, la que preguntaba, es Valeria y yo no podría resistir estar sin ella mañana. No podría imaginar la vida sin ella.

Gracias por las mañanas y por esta vida, Valeria.

Te amo.

2.13.2008

Aforismos


Sospecho que las redes sociales online convierten en seres sociales a los antisociales y en antisociales a los seres sociales.

A propósito, pasamos de una época en que se supone que había que romper las redes a otra en que hay que construirlas, cuidarlas, promoverlas y adorarlas.

El tango electrónico es como el whisky con Coca Cola. Las dos cosas se echan a perder cuando las mezclas.

La crueldad de la vejez en los hombres se manifiesta como ausencia de pelo donde quieres tenerlo y abundancia de él donde no lo quieres.

El culto al "trabajo bien hecho" es un engaño. Se cree en él para olvidar el triste hecho de que el trabajo no tiene otro objetivo que satisfacer la necesidad de sobrevivencia propia de todos los animales. Cuando el león atrapa y devora a una gacela no piensa "fue un trabajo bien hecho". Si piensa, será algo como "otro día más vivo", lo que equivale a "otro mes de sueldo".

1.25.2008

El adiós a las partes privadas


¿Qué es privado hoy?

Hay una tesis de Teilhard de Chardin, el filósofo cristiano que inspiró a Marshall McLuhan, en que plantea que el destino de la humanidad es convertirse en un solo organismo conectado entre sí y a la naturaleza (la idea de Noosfera, tomada a su vez de Vladímir Ivánovich Vernadsky).

McLuhan concibió los medios de comunicación y las tecnologías como las conexiones entre las miles de millones de partes que conforman este único organismo.
Si las tecnologías y la información que ellas portan efectivamente están conformando este organismo, ¿cabe hablar de distinciones entre lo público y lo privado, si no somos más que parte del mismo todo?

Adoptar una nueva tecnología siempre significa ceder una porción de privacidad. Por ahí circula la historia de un noble francés de fines del siglo 19 o principios del 20 que lo entendió muy bien, cuando se opuso a poner un teléfono en su palacio. Se negaba rotundamente a que cualquier pebleyo, desde el sitio que fuera, pudiera irrumpir en su residencia haciendo sonar la campanilla de un aparato.

Hoy vivimos en la era del triunfo plebeyo de la interconexión. ¿Llegaremos a añorar la privacidad que hemos perdido para llegar hasta aquí? ¿Nos opondremos a perder la que nos queda mientras crece esta Noosfera?