10.05.2008

La canción de hoy y algunas líneas sobre el particular



No alcancé a tener 18 para el plebiscito que puso fin a la dictadura militar. Sin embargo, igual participé como enlace para uno de los sistemas de cómputo alternativo de la entonces naciente Concertación. Con la perspectiva de los 20 años transcurridos, muchos coinciden en señalar que esos recuentos paralelos fueron decisivos para asegurar que el régimen reconociera el resultado adverso.

El trabajo era bastante sencillo. Había que ir a un local de votación, un apoderado te entregaba los resultados de un grupo de mesas y tú los llevabas a una casa desde la cual esa información se despachaba telefónicamente a una central. Las precauciones que se tomaron hoy parecerían sobredimensionadas, pero son un buena medida del miedo, la incertidumbre y la desconfianza que reinaban en esos días: Una o dos semanas antes del plebiscito, fui a una reunión con otros jóvenes que seríamos enlaces y dirigentes de base de la Concertación. Nos hicieron cheqeos médicos, nos explicaron cómo reaccionar en caso de que nos interceptaran militares. Todavía me da risa cuando me acuerdo que un dirigente nos dijo "si alguien de ustedes consume marihuana o pepas, es mejor que ese día no lleven nada de eso".

Terminada la pega de enlace, me fui a quedar donde de un compañero de curso que trabajó conmigo en lo mismo. Insisto en lo de la incertidumbre, la cosa no estaba como para irme solo a mi casa. Acostado en la oscuridad sobre un colchón en el suelo, escuchaba la noticias en Cooperativa hasta que, en su célebre intervención de madrugada, Matthei reconoció el triunfo del No.  Mientras la democracia se derrumbaba en 1973, Allende le brindaba una especie de requiem radial en su último discurso. Otra emisión radial, con la voz parca de un general de aviación, traía la democracia de regreso.

Sabemos de sobra que la política chilena es peculiar. Así como un marxista fue elegido presidente democráticamente, el dictador que lo derrocó fue alejado del poder mediante las urnas, aunque, y esto es otra curiosidad local, se mantuvo como comandante en jefe del ejército y luego se convirtió en senador.

Nuestra transición ha sido una historia de tensiones y concesiones, de pragmatismo y principios. No todos están conformes con ella y puede resultar poco sexy declararse entusiasta de este camino. Pero yo creo que la principal lección de estos 20 años es que la democracia es la única vía que ofrece la posibilidad de una vida cada vez más digna para los habitantes de un país. No la asegura, pero no hay ningún sistema que haga tal cosa.

Por eso me da pena cuando hoy, después de esa particular épica pacífica que comenzó el 5 de octubre de 1988, los brotes de corrupción, el apego al clientelismo y la poca voluntad para mejorar las pifias institucionales que subsisten en nuestro ordenamiento (sistema binominal, voto obligatorio previa inscripción), estén minando el aprecio por nuestra democracia. 
 


1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Sergio!!!

Yo sí tenía 18 años, para el plebiscito y también recuerdo con emoción, esa época. La Franja del NO; para mi fue un SUCESO.

Me acuerdo, que al entrar al lugar de votación, todos estábamos muy asustados. Yo miraba, buscando alguna cámara o algo...; ahora me da risa la situación.

Después de tantas esperanzas, de la gran mayoría de este país, coincido contigo en que es una pena ver cómo está el escenario hoy.

Un abrazo.