10.06.2008

Hay una mosca en mi sopa, yo pedí dos

(Este texto tuvo su versión sonora aquí)

Como vegetariano, la evolución de nuestros hábitos nutritivos está en un lugar elevado de mi ranking de intereses. Así que me llamó mucho la atención leer en la revista online Slate que el futuro alimenticio del planeta se mueve por el suelo sobre seis patas.

Los insectos, según cita Slate a Science News, pueden ser la respuesta a la crisis alimenticia y la pandemia de obesidad que se expanden por el mundo. Los grillos, por ejemplo son ricos en zinc, hierro y calcio, tres minerales con poca presencia en las dietas de países pobres. En general, los insectos poseen más minerales y grasas sanas que la carne de vacuno o de cerdo.

Además, los insectos son más baratos. Comen menos y se reproducen con mayor rapidez. Consumen menos terreno que el ganado y pueden criarse fácilmente en pequeñas granjas domésticas.

Antes de que cualquiera ponga cara de asco, hay que subrayar que los insectos son a la tierra lo que los apetecidos crustáceos como langostas y camarones son al mar.

Como vegetariano, en todo caso, me queda una duda. Hay quienes dicen que los invertebrados no sienten dolor y otros dicen que sí. Hay argumentos científicos para ambas posturas.

Ante la duda, siempre cabe la posibilidad de abstenerse. O se puede esperar que la biotecnología logre producir células de insectos para extraer proteínas sin tener que segar la vida de los parientes de Pepe Grillo, la Chinita Margarita o la Pulga Atómica.

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