Los hombres heterosexuales somos una minoría oprimida.
Algunas razones:
- Nos educaron para no hacer nada en la casa, ni cocinar, ni el aseo, ni las camas, ni lavar loza ni ropa. Pero hoy tenemos que participar de esos asuntos domésticos. En vez de valorar el esfuerzo de romper con un patrón cultural que se arrastró por generaciones, las mujeres se enojan con los hombres porque la cama queda con arrugas, la loza no está impecable y hay rastros de polvo en una esquina inaccesible de la casa.
- Casi toda la publicidad y los contenidos de los medios de comunicación recurren al cuerpo femenino como anzuelo para el consumo. Hoy, a nuestro colega de género promedio apenas le da el físico, el tiempo y la plata para mantener vivos el romanticismo y la calentura con su propia pierna. Esa exposición brutal de minas inalcanzables es pura crueldad.
- El código civil plantea que la madre tiene la preferencia para quedarse con los hijos en caso de separación.
- Los jefes de los hombres no están conformes con el tiempo que le dedican al trabajo. Las mujeres no están conformes con el tiempo que le dedican a la casa.
- La sociedad hoy les piden que sean sensibles, pero que al mismo tiempo sepan arreglar una batería de auto, cambiar una rueda, saber carpintería, arreglar enchufes y cañerías. Nadie verdaderamente sensible sabe hacer todo eso.
- A las minas les sigue gustando el bruto que más daño les pueda hacer.
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