12.10.2006

Murió sin condena y nunca pidió perdón

Yo tenía un año para el golpe militar. Pinochet fue parte de toda mi vida, desde entonces y hasta las 14.15 horas de hoy, domingo 10 de diciembre, fecha en que se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Santiago celebra en la Plaza Italia. En el Hospital Militar, los partidarios del ex dictador exigen desaforados (su héroe conoció bastante bien esa palabra) banderas a media asta y honores de estado.

Murió Pinochet. El viejo tenía corazón y le dejó de latir a los 91 años. Fue procesado en seis causas por la justicia chilena y no recibió una sola condena. Se fue a la tumba con la hoja de vida en limpio, lo que debe ser una satisfacción en el último momento de un militar. Podría haber sido extraditado de Inglaterra a España y juzgado allá, pero los adversarios a quienes él persiguió, reprimió y fustigó, intercedieron por él y lograron que volviera a Chile debido a algo que a él debe haberle sonado raro: "razones humanitarias".

La suerte fue un factor constante en la vida de Pinochet. A los 33 años, estuvo a cargo del campo de prisioneros de Pisagua que estableció el gobierno de Gabriel González Videla para privar de su libertad a militantes del Partido Comunista, proscrito por una ley promovida por ese presidente. En Pisagua, Pinochet impidió que una delegación parlamentaria en la que participaba el mismo Allende, visitara a los prisioneros. Nadie recordó el incidente y en la Unidad Popular nadie puso reparos para que este militar que ofendió a legisladores chilenos y obstaculizó el ejercicio de su fiscalización, asumiera la Comandancia en Jefe de del Ejército.

La suerte lo salvó de morir en el atentado en su contra en 1986. Sus días de reclusión en Londres y el arresto domiciliario al que estuvo sometido hasta antes del infarto al miocardio que lo llevó a su último paso por el Hospital Militar no pueden considerarse mala suerte. Pinochet no estuvo exiliado, no fue torturado, a su casa no llegaron patrullas militares que se llevaron a sus hijos para hacerlos desaparecer, no lo degollaron ni lo quemaron vivo.

El hablaba mucho de la Divina Providencia. Si tal cosa existe, no cabe duda de que lo favoreció. Sólo al final y quizás a modo de leve toque compensatorio, esa Providencia pudo haber dispuesto que su último aliento coincidiera con el cumpleaños de su esposa y con la ya mencionada efeméride mundial de los derechos humanos (el 10 de diciembre de 1948, la Organización de Naciones Unidas oficializó la Declaración Universal de los Derechos del Hombre).

En su último cumpleaños, Pinochet hizo una declaración pública bastante anodina, donde asumía la responsabilidad de todo lo que había hecho, o algo así. Menudo reconocimiento. Que alguien asuma la responsabilidad por sus acciones es como el nivel básico, el punto de partida, no la conclusión a la que uno pueda llegar cuando la muerte está rondando el vecindario. Lo que es realmente humano, alcanzado ese punto, sabiendo además que es difícil que la justicia llegue a imponer un castigo por esos actos, es pedir perdón.

La soberbia de Pinochet, su terquedad huasa y tosca, predominaron hasta el último segundo de su vida. Su muerte no me alegra. Porque no hubo justicia. Y él no pidió perdón. Por lo tanto, nadie lo podrá perdonar.

11.28.2006

Todo lo que siempre quise saber y no me atreví a preguntar

  • ¿En qué consiste exactamente la regla de superávit estructural?
  • ¿Qué hacen la Contraloría, el Tribunal Constitucional, el Consejo de Defensa del Estado y el Consejo Nacional de Seguridad?
  • ¿Qué son las políticas públicas? ¿No es siempre pública la política?
  • ¿En qué consistía la "Ley Valdés"?
  • ¿Cómo se sabe qué va a la justicia penal y qué a la civil?
  • ¿En qué se diferencian un arzobisbo de un obispo y una arquidiócesis de una diócesis?
  • ¿Qué es Java y para qué sirve?
  • ¿Qué es el petróleo Brent?
  • ¿Qué es una OPA?

11.02.2006

¿Tendremos un revival de los noventa?

La cultura popular se mueve con avances y retrocesos, mirando al futuro y al pasado, con rupturas y nostalgias. El presente pop se compone en gran parte de una reelaboración de lo antiguo.

Parece una regla universal e ineludible. Hace unos quince años resultaba impensable que los ochenta se recordaran con benevolencia y que incluso hubiera gente ganando dinero con ello. Pero así fue. Recién comenzada la actual década, la música electroclash se encargó de desempolvar los sintetizadores. La moda derivó hacia los peinados new wave y post punk. Con el éxtasis ocupando el puesto de la cocaína, el hedonismo volvía a las pistas. Así, con tintes de elite y subcultura, empezó este revival ochentero. La cosa fue avanzando hasta llegar a las fiestas de Chico Pérez y los comerciales dirigidos a los que están (estamos) a medio camino de jubilar.

Recuerdo el revival setentero en los 90. Los pata de elefante, las patillas, el funk, "Perros de la calle", el clip de "Sabotage", de los Beastie Boys, "That 70's show". El grungre mismo fue, a su modo, un revival de dos corrientes opuestas de los setenta, el punk, por una parte, y el rock pesado y ampuloso a lo Led Zeppelin, por otra.

Uno se pregunta entonces si, en el próximo revival, el turno será de los noventa. Por una cuestión de secuencia lógica, habría que responder que sí. Pero esta vez no estoy tan seguro. ¿Puede haber un revival de una década que ya fue, en sí misma, un revival?

Los noventa fueron básicamente años de apropiaciones y reelaboraciones. Las rupturas de la década se hicieron mirando al pasado, se tratara de Nirvana o de la recuperación del sentido bailable de la música en la electrónica de ese entonces. Incluso los grupos pop comerciales como Take That o los Backstreet Boys se alimentaban de la tradición inaugurada en los años sesenta por sellos como Motown o productores como Phil Spector.

Se puede pensar que el principal legado de los noventa fue la introducción de culturas alternativas. Sin duda, esa fue la década de lo alternativo y lo independiente. Pero más que conceptos contraculturales, estas ideas tuvieron que ver con el asentamiento del mercado como regulador de la cultura. Lo alternativo de ese entonces era tal en el sentido de opciones de consumo, no en virtud de atributos contestatarios o contraculturales. El calificativo de independiente, de hecho, está aún más ligado al mercado, ya que no es más que la distinción del origen de un producto dado (independiente quiere decir que algo es producido por una compañía que no es transnacional ni diversificada, nada más).

En nuestro país, los noventa dejaron en el paisaje cultural una nueva generación de rock hecho en Chile con relativo éxito. Tal vez ahí se encuentre el terreno para un revival noventero. El problema es que entre los músicos que surgieron entonces no hay una estética unificadora, como sí la había en el rock de los ochenta. Por muy distintos que hayan sido en muchos aspectos, hay un plano, el sonoro, en que Los Prisioneros y Engrupo están mucho más emparentados que Los Tres y Los Tetas.

En un medio cultural donde las alternativas se multiplican, se pierde la noción de una estética dominante asociada a una era específica. Para un revival de los noventa, las condiciones en que vivimos deberían cambiar radicalmente. Quizás la irrupción de una dictadura estatizante nos haga añorar esos años de libertad de consumo relativamente monótona. En ese caso, prefiero quedarme sin revival de los noventa.

8.31.2006

No fumar

En algunos conciertos ya me había pasado que me quitaran el encendedor. Razones de seguridad, aducían los guardias civiles o los carabineros a cargo. En el último show al que fui, también perdí uno, pero esta vez me dieron otra razón. Entrada ya en vigencia la nueva legislación anti tabaco, se procedía a la requisición de encendedores para asegurar el cumplimiento de la norma.

Me hubiese gustado que alguna iniciativa comunicacional hubiese advertido "y si asiste a espectáculos en recintos cerrados, se le quitará su encendedor". Pero, en fin, de todos modos estoy OK con la medida de no fumar en espacios cerrados. Además, después de haber extraviado como cinco Zippos seguidos, hace años que sólo tengo encendedores charchas, si es que tengo.

No me molestó perder el encendedor. Lo que sí me enojó fue ver gente que se las había amañado para conservar el suyo. Y no es que los mostraran orgullosos o los prendieran para acompañar alguna canción lenta, sino que, sencillamente, estaban fumando.

Eso me indignó.

Mi postura en torno al tabaco es la misma que tengo ante cualquier sustancia estimulante: está bien mientras no dañe a otros. Difiero de posiciones reduccionistas que equiparan la buena salud con una vida extensa. Según esto, no importa cómo se viva, si no cuánto. Así queda fuera, por ejemplo, la búsqueda del placer, porque muchos placeres involucran cierto nivel de daño y, por lo tanto, una eventual reducción de la esperanza de vida. Y yo creo que una vida sin placer no es una vida sana.

Aún así, cada fumador de esa noche me resultó despreciable. La salud de ellos y la del resto que no fumaba no era el tema. Lo que estaba en juego era un asunto político, de convivencia ciudadana, de respeto a la democracia. Me parece que vivir en una sociedad organizada democráticamente requiere poner las reglas colectivas por sobre los impulsos individuales. Si quieres hacer lo que te plazca sin respeto por las normas de convivencia, es mejor que apoyes el regreso del régimen monárquico y esperar que te toque ser rey o al menos un noble de la corte.

En la democracia, todos nos privamos de algo para que nadie se vaya al chancho con abusos y despotismos. Por eso se dice que nadie puede estar sobre la ley, aunque a veces algunos se empeñan en creer estarlo, como cuando prendes un cigarro en un sitio donde está prohibido fumar. En el libro de Patricio Navia y Eduardo Engel "Que gane el más mejor", los autores sostienen que la democracia es el sistema donde los partidos políticos pierden elecciones. Yo agregaría que es la organización de la vida en sociedad donde los ciudadanos hacen lo que no quieren o dejan de hacer cosas que les gustan.

Es cierto que no tenemos una democracia perfecta. Pero no es sólo por el sistema binominal, la falta de transparencia en el financiamiento de campañas y partidos ni la generación a dedo de autoridades que se podrían elegir en las urnas. También es porque en la vida cotidiana no nos damos cuenta de que muchas de nuestras conductas desdeñan aquello que tanto ha costado recuperar y perfeccionar en nuestro país.

A veces es fome comportarse ciudadanamente. A veces hay que saber tolerar aquello con lo que no estamos de acuerdo, cosa que olvidó Camilo Escalona a propósito del fallo del Tribunal Constitucional sobre aspectos de la ley de subcontratación. Vivir democráticamente, incluso, es poco romántico, tiene poco vértigo y mala repercusión con el sexo opuesto. Pero es lo único que podemos hacer si realmente creemos en que todos tenemos derecho a ser considerados libres, dignos e iguales.

Piénsalo antes de encender tu próximo cigarrillo.

8.17.2006

Parra

Así como me ocurre con el culto a Roberto Matta, la admiración fervorosa e incondicional que suscita Nicanor Parra, quien hoy inaugura una muestra de artefactos y presidentes ahorcados en el Centro Cultural La Moneda, escapa a mi entendimiento.

Reconozco que esto se debe en gran parte a que no he leído su obra. Sin embargo, he percibido que el entusiasmo casi fundamentalista en torno al hermano mayor de Violeta nace más de gestos que de una obra concreta. Más que "Poemas y antipoemas", lo que me parece que celebra la mayoría son ciertos arranques ingeniososos, tal o cual juego de palabras, una que otra audacia fuera de protocolo, un histrionismo caprichoso. Travesuras de las que los grises ciudadanos normales no son o no se sienten capaces.

Recuerdo al astrónomo de "El Principito", que no pudo captar atención para su descubrimiento de un nuevo planeta hasta que se vistió formalmente. En nuestro país pasa algo parecido, pero al revés. Prestamos más atención a lo que dicen personajes extravagantes, fuera de la norma. Así es tanto con Nicanor como con las portadas de LUN. No sé si realmente atendemos a lo que la gente tiene que decir. Nos cautivan más los ropajes y las actitudes que las palabras y las acciones.

Hay algo de autoritario en el carácter de Nicanor o más bien en el carácter que los medios de comunicación y ciertos ámbitos intelectuales pueden haberle construido a Nicanor. Al parecer, sólo son sus interlocutores quienes aceptan pasivamente a su modo de procesar la realidad, quienes se someten a un juego donde sólo él establece las reglas. Está claro que a Nicanor lo escuchan, pero ho he encontrado, y no digo que no pueda haberla, evidencias de que él escuche a su vez.

Más que sobre el poeta avecindado en Las Cruces, estoy escribiendo sobre su público y, con ello, quizás sobre todos nosotros. La figura de Parra acusa una vez más nuestra tendencia al embobamiento con personajes que, a fuerza de ademanes, arranques excéntricos o berrinches autoritarios (como los de algunos de nuestros ex mandatarios), ejercen un encanto irracional, casi hipnótico, sobre los demás. Poco nos importa lo que haya detrás de los destellos de esos rasgos. Todo lo del gobierno de Lagos fue bueno. Parra es siempre un genio.

¿Han leído su obra los que piensan así? ¿Yo soy el único que no? Francamente, lo dudo.

8.03.2006

Los números para Paula

Para la más reciente edición de la revista Paula, la sección "Los números" fue encargada a este servidor. Como paliativo a la sequía bloggera que atravieso, la posteo en su versión original, corregida y aumentada. Me han comentado harto el homenaje gastronómico a mi mujer incluido aquí. Quiero aclarar que no es una celebración machista del marido al que le cocinan todo, sino el merecido tributo a una artista.

7 poses intelectuales 2006 (una lista en construcción)

1.- Haber ido al velorio y/o al funeral de Stella Díaz Varín.

2.- Poner el grito en el cielo por el destino del programa “La belleza de pensar” en Canal 13.

3.- Poner el grito en el cielo por los apremios de la radio Beethoven.

4.- Poner el grito en el cielo por la suerte del Teatro Municipal.

5.- Largar el texto “no me interesa la farándula, pero creo que cumple un rol necesario en nuestro país” o algo en la misma línea.

6.- Haber enunciado cualquier pseudo tesis sobre movilizaciones sociales, espacios de representación, la incidencia de las nuevas tecnologías y manejo de conflictos a propósito de las movilizaciones estudiantiles.

7.- Haber pedido la liberación del Divino Anticristo (en esta me incluyo)


7 razones por las que apoyo la paridad de géneros

1.- Porque también quiero atender asuntos familiares y domésticos sin sentirme culpable ni jefes mirándome feo.

2.- Porque el género pasaría a ser un requisito cumplido automáticamente al postular a un puesto o función. No hay que despreciar cumplir al menos un requisito para algo.

3.- Porque, y esto es pensando generosamente en las nuevas generaciones, se pasaría mejor en los colegios. (¡Educación pública mixta, ahora!).

4.- Porque me gustaría no sentirme gil si dejo pasar una oportunidad de tener sexo por cansancio o falta de ganas.

5.- Porque no me conformo con cinco ratones días de post natal.

6.- Porque está bueno ya de que la ley otorgue a las madres el derecho preferente de quedarse con los hijos tras una separación.

7.- Porque una mujer con poder es tan terrible como un hombre con poder.


5 pifias de los avances tecnológicos en lo tocante a estética y modales

1.- Los headsets con bluetooth para móviles (los fonos sin cables para el celular): Desde los aros de Gerardo (el de “Rico, suave”) que no se veía nada tan feo para la oreja.

2.- La opción de estar “no disponible” en messenger. ¿Para qué te conectas entonces?

3.- Los emoticons y las palabras que salen con diseño y animación, también en messenger. ¿Alguien gastó tiempo y recursos de investigación y desarrollo en eso?

4.- Los ring tones alegres o chistosos. ¿Y si alguien está llamando para comunicar una tragedia?

5.- Llamar por celular y no tocar el timbre cuando se llega a una casa.

5 roperos que envidio

1.- El de Andrés Velasco

2.- El de Ricardo Lagos

3.- El de Felipe Bianchi

4.- El de los Beatles hasta “Rubber soul”

5.- El del Tío Memo (en su fase Adidas).


4 rasgos de Chile según los medios de comunicación

1.- Inseguro y violento: No como esos oasis de paz ciudadana que son Buenos Aires, Río de Janeiro, Caracas y Ciudad de México.

2.- Su capital está más contaminada que nunca. Alguien se equivocó al contar más preemergencias ambientales en años tanto o menos secos que éste.

3.- Sus jugadores de fútbol son tan buenos, que sus actividades extracurriculares los llevan a las portadas. Es tanta su genialidad en la cancha que incluso sus novias, esposas y (sobre todo) one night stands son celebridades.

4.- Los neonazis tienen el país tomado. Hay crímenes protagonizados por gente que no tiene nada que ver con este movimiento racista, pero son los menos.

5 modismos entrañables de los ochenta para decir que algo es bueno

1.- Grosso

2.- Sendo

3.- Neto

4.- Malo (pronunciado de tal modo que se entienda que se quiere denotar “bueno”).

5.- “Poco bueno”


7 vocablos y frases irritantes de gente que quiere darse importancia

1.- Management

2.- Empoderamiento

3.- Glamour

4.- Blindaje

5.- "Dar el ancho"

6.- "Al final del día"

7.- "Raya para la suma"

7 razones para enamorarse de mi mujer (más allá de su innegable belleza externa e interna)

1.- Sus gnocchi de ricotta con puttanesca (con ricotta preparada por ella)

2.- Su risotto, con la salsa que sea.

3.- Su caldillo de congrio.

4.- Su pastel de locos.

5.- Su paté casero.

6.- Su helado de canela con jengibre.

7.- Su crème brulée.

6.29.2006

El trabajo, manual de sobrevivencia

Desde siempre he sido parte de ese porcentaje de chilenos, hoy sobre el 50%, que tiene miedo a perder el trabajo. Mi razón para ese temor es muy sencilla. El primer requisito para perder el trabajo es, simplemente, tenerlo (también hay una visión optimista asociada a este razonamiento: el primer requisito para encontrar trabajo es no tenerlo).

Pese a esto, desde que comenzó mi vida laboral, nunca he estado cesante. La única vez que fui finiquitado fue porque se cerró el medio donde trabajaba, pero al mes siguiente ya estaba recibiendo sueldo en otro lado. Nunca he confiado mucho en mis capacidades y tengo una conciencia acabada de la extensa lista de errores que he cometido a lo largo de los años. También soy bastante flojo y nulo para cultivar contactos. Así que mi eficiencia, mi responsabilidad o mi talento no explican mi continuidad de empleo. He llegado a la conclusión de que lo que permite la permanencia laboral es sólo un conjunto de hábitos y conductas que no tienen que ver con las aptitudes individuales. Para mí ha funcionado. Aquí, una lista:

  • Decir que sí: Aunque estés en desacuerdo o creas que la respuesta adecuada es un "no", plantéalo en positivo. "Tu idea me parece magnífica, yo la complementaría con lo siguiente... (ese complemento, por cierto, es totalmente contradictorio con la idea original)". Esto funciona especialmente hablando con superiores jerárquicos.
  • Decir que no: Esto funciona con subalternos. A veces te plantean cosas que no te parecen. Entonces, aunque existn dudas, hay que decir que no, sin mediar explicación. La idea es proyectar decisión y firmeza. Si alguien te quiere plantear algo que realmente le importa, va a volver hacerlo con mayor preparación después de una negativa. Es una buena manera de discriminar a qué dedicarle tiempo y a qué no.
  • Ser puntual: En nuestro país, donde se enseñorea la impuntualidad, el sencillo acto de llegar a la hora queda revestido de un aura de responsabilidad extra. La puntualidad te otorga cierta superioridad, pero es importante no pavonearse con esto. Cuando alguien pide perdón por no haber llegado a la hora, uno, que ha sido puntual, debe responder "no hay problema". De ese modo, incluso aparecerá haciendo un favor.
  • Postergar la satisfacción: Cuando uno tiene que buscar respuestas o soluciones, puede ver qué tan posible es demorar la entrega de resultados. A veces, la espera de quien aguarda algo incrementa la necesidad, con lo que una respuesta tardía proporciona una satisfacción mayor que una temprana. Claro que hay que ser cuidadoso con esto. Nadie espera para siempre. Se requiere detectar bien cuáles son los márgenes para maniobrar.
  • Lo difícil es fácil y viceversa: Cualquier cosa que a uno le encomienden o que uno vaya a encomendar puede ser situada en un punto de la escala fácil/difícil. Esta distinción del grado de dificultad de una labor nunca puede ser explicitada claramente. Hay que hacer que lo fácil parezca difícil y lo difícil, fácil. La ambigüedad en esta distinción permite justificar mejor los errores y magnificar los aciertos.
  • Escenificar para flojear: Siempre hay que hacer cosas lateras que uno preferiría evitar. Si son asuntos por los cuales hay que responder ante alguien, de todos modos cabe la posibilidad de ahorrarse la molestia. Pero es necesario tener en mente el escenario que debemos exponer cuando se nos pidan cuentas por lo que no hemos hecho y estar preparados para actuar de acuerdo a ese escenario. Ejemplo: "no, no me he reunido con los inversionistas japoneses, porque encontré una buena oportunidad en un fondo de inversiones australiano". En ese caso, se debe tener en cuenta que una de las dos afirmaciones debe ser cierta. Porque de todos modos habrá que juntarse con los japoneses o tener a mano a los australianos. El corolario de esto es que las cosas fomes no se pueden evitar, pero sí manejar y dilatar para que no nos amarguen tanto la vida.
  • Usar la mentira como bien escaso: Muchas veces he tenido que justificar fallas o incumplimientos. En la mayoría de los casos he preferido decir la verdad: "se me olvidó", "me quedé dormido", "no sé". Inventar justificaciones es más complejo y muchas veces la honestidad se valora positivamente por sí misma (no importa si se dice algo muy terrible mientras sea honestamente). Llegado el momento en que la verdad no soluciona el problema, hay que tener una buena coartada. No se trata sólo de inventar un cuento, hay que crear un mundo relacionado. Si se invoca una consulta médica que no existió, es una mala movida, porque no habrá boletas médicas ni bonos de isapre que respalden la historia. Así que esto, sólo como último recurso.

6.15.2006

La prensa de izquierda

Como muchas personas que se autodefinen de izquierda, no soy más que un liberal de derecha que vota por la llamada ala progresista de la Concertación. Trato de no decírselo a mucha gente, pero en realidad uno no puede sentirse de izquierda si, como yo, se resignó a validar el libre mercado, regulaciones más o regulaciones menos, como la única opción que ha creado progreso y disminuido la pobreza en el mundo. Si alguien tiene un ejemplo en sentido contrario, lo agradeceré.

El amargo descubrimiento de que muchos somos mucho más de derecha de lo que creemos no ha impedido que me preocupe el destino trágico de los medios de comunicación que no pertenecen a empresarios de derecha. El caso reciente del diario Siete se suma a una larga estela de defunciones: Rocinante, Plan B, La Epoca, Fortín Mapocho, Hoy, Apsi, Cauce, Análisis. Es evidencia suficiente para pensar que la existencia de un medio escrito de línea editorial de centroizquierda es inviable en nuestro país.

Sin embargo, la mayoría de los chilenos vota por la centroizquierda. Sería más fácil entender el predicamento de los medios externos a la órbita de la derecha empresarial si viviéramos en un país cargado electoralmente a la derecha. Pero no es así. Para explicar esta contradicción, los responsables de los proyectos periodísticos que han tenido que bajar las cortinas tras la asfixia económica sostienen ser víctimas de un castigo ideológico de parte de los avisadores, es decir, del empresariado, mayoritariamente afín a la derecha.

Ese argumento sería razonable si los medios que ya no están entre nosotros hubiesen exhibido cifras de circulación y lectoría robustas, lo que no ha sido el caso. Con los resultados que tuvieron, el castigo ideológico del empresariado que ellos denuncian no es más que sentido común a la hora de tomar decisiones sobre inversión publicitaria.

También se le reprocha al gobierno no hacer su aporte al pluralismo al no haber privilegiado a estos medios como destino de su avisaje. Hace poco conversé de esto mismo con un ministro del actual gobierno. El estuvo de acuerdo en que desde una cartera ministerial o una repartición pública dependiente del Ejecutivo no se pueden tomar decisiones económicas (toda decisión sobre avisaje lo es) con criterios de afinidad política. "A los contribuyentes no les gustaría que su dinero se gastase de una forma ineficiente", recalcó.

Se denuncia asimismo que, por razones ideológicas, muchos avisadores privados evitan invertir en medios de éxito probado. Es cierto. Con sus cifras de circulación, The Clinic debería tener muchísimos más avisos, pero hay marcas cuyos dueños han decidido no invertir en este medio simplemente porque no están de acuerdo con su línea editorial. Se podría decir entonces que, así como los empresarios pueden seguir sus inclinaciones políticas al destinar su presupuesto publicitario, el gobierno tiene el mismo derecho. Error. Los vicios privados no justifican los públicos. A estas alturas, la coalición gobernante debería saber más que cualquier otro sector político que la conducción pública debe ser ejemplarmente racional, transparente y honesta. Por lo tanto, tampoco sería correcto esperar que el gobierno actúe contraviniendo estas exigencias. Y comprar publicidad con sesgo político las contraviene.

Temo que la verdadera razón tras la muerte prematura de tantos medios de centroizquierda está en la propia naturaleza de esos medios. Y, lamento decirlo, esa naturaleza es fome y fea.

La intelectualidad concertacionista suele enfrascarse en polémicas que no le importan a nadie, generalmente carece de sentido del humor y mira por encima del hombro al público. Los medios de derecha no cometen esos errores. Ni siquiera medios para la élite como Capital, que en realidad es mucho más accesible que lo que fue Rocinante. Y a propósito del epíteto de fea que le dedico a la prensa afín a la Concertación, basta recordar la diagramación de Rocinante. Nunca he visto algo que aleje tanto al lector. The Clinic es feo, pero divertido. Ojo: basta cumplir con uno de dos requisitos para sobrevivir.

Los medios de derecha, más allá de sus propios sesgos editoriales, han aprendido a invertir en la calidad de sus productos. A los empresarios periodísticos concertacionistas les ha faltado realismo en ese aspecto. Montar un diario o una revista requiere una gran inversión en recursos humanos y en infraestructura. El Mercurio está lleno de periodistas de izquierda (muchos de ellos liberales de derecha no asumidos como yo) simplemente porque paga mejor y entrega buenos beneficios.

He trabajado en las dos empresas del dupolio de los periódicos chilenos y he reparado en que ambas tienen su propia flota de camiones. Así, controlan su propia distribución. Ningún medio de centroizquierda ha podido hacer esto. Obviamente no han tenido el capital, pero es iluso lanzarse en una empresa de este cariz sin detectar ese tipo de necesidades.

Me parece que la derecha entiende mejor el negocio editorial y cuantifica con realismo los recursos en juego. Es cierto que El Mercurio ha recibido ayuda financiera en momentos clave, tanto de parte de Estados Unidos como de la dictadura militar. Más allá de lo espurio que podamos considerar ese financiamiento, hay que reconocer que la empresa de la dinastía Edwards supo dimensionar acertadamente sus necesidades. No sé si Genaro Arriagada pueda decir lo mismo sobre su gestión en diario Siete.

6.09.2006

Tal vez escriba un poema

Tal vez escriba un poema
Una tarde como esta
Una ocurrencia azarosa
Distante de la vergüenza

Será de repente una forma
De matar el aburrimiento
Un escape de las cosas
Que debiendo hacer no emprendo

Acaso sea sólo un reflejo
Incitado por un misterio
El recuerdo de alguna otra tarde
O el dolor que acarreo dentro

Aunque puede ser de contento
Por una sonrisa o el brillo
De la luz sobre su pelo
Por una mañana tibia
O el consuelo de su aliento

No sé si por la miseria
Por la gloria o por el duelo
No sé si por la injusticia
No sé si por desconcierto
No sé si de agradecido
No sé si de puro lleno

Pero puede que llegue el día
En que un estremecimiento
Ponga a vibrar las cuerdas
De quién sabe qué instrumento

Así surgirán palabras
Agolpadas sin mucho acuerdo
Y tal vez escriba un poema
Antes de caer muerto

6.01.2006

Estudiantes

La movilización de los estudiantes secundarios es una de esas odiosas situaciones en que todo el mundo tiene una opinión. Y me incluyo, lamentablemente.

Una de las situaciones que más me ha asombrado es la admiración que profesan los adultos y en especial los medios de comunicación por este movimiento y sus dirigentes. No digo que los secundarios involucrados no merezcan admiración. La verdad es que no conozco tanto de ellos como para llegar a una conclusión tajante. Lo que me llama la atención es cómo el discurso meditático ha redundado en el asombro ante el hecho de que estos jóvenes sepan expresarse, organizarse y oponerse con fundamentos al orden establecido.

Si yo fuera secundario, me ofendería. Precisamente, uno de los problemas de fondo que yo atisbo en este conflicto no tiene que ver sólo con la educación, sino con la subvaloración de que es objeto la juventud. Expresarse, organizarse y rebelarse es propio de esa edad. Las formas cambian de acuerdo al momento, pero esas capacidades siempre están ahí. Como me decía un dirigente secundario de los ochenta en el programa de radio que conduzco, "es natural organizarse cuando ves todos los días a cientos de pares".

La reacción adulta ante esta explosión de descontento me resulta entre hipócrita y miedosa: Mejor alabar a estos adolescentes antes de que se vuelvan en nuestra contra.

En cuanto al gobierno, creo que ha hecho lo que ha podido. Me parece positivo que esté dando el espacio para que estas manifestaciones se produzcan. Durante la administración de Lagos, probablemente a Insulza se le hubiese ocurrido una forma ingeniosa, rápida y efectiva de sofocar el movimiento. Pero eso no hubiese hecho más que barrer las frustraciones de los estudiantes bajo la alfombra, como creo que de hecho pasó. Si el desarrollo de los acontecimientos ha parecido estar fuera de control y las negociaciones han estado desordenadas por parte de la autoridad, es porque el gobierno está enfrentando la situación sin manual y haciendo un esfuerzo por asimilar la situación. Esto puede no resultar muy efectivo, pero al menos es más honesto y comprometido.

Claro que de ser completamente honestas, las autoridades deberían poner todas las cartas de la mesa y señalar, por ejemplo, que la mejora en la calidad de la educación es una empresa que toma varias generaciones. Sólo se observarían sus efectos cuando los movilizados de hoy sean padres. Es una realidad desalentadora, pero creo que no se puede ocultar. Aunque estropea la fiesta, el realismo te orienta cuando la diversión se acaba.

Y sobre los estudiantes, todo bien, salvo un par de cosas que echo de menos en sus propuestas. Falta una discusión sobre prácticas retrógadas de nuestro sistema educacional como la regulación de la apariencia de los estudiantes, el uso de uniformes y la persistencia de la separación por géneros en algunos de los establecimientos públicos. ¿Por qué las mujeres no pueden acceder a la mayor calidad educacional que ofrece el Instituto Nacional, por ejemplo?

También en el programa de radio que mencioné antes, conversé telefónicamente con el vicepresidente del centro de alumnos del Nacional. Al final de nuestro diálogo le pregunté si en la movilización había espacio para carretear y engrupir. Se enojó mucho. Yo quedé preocupado, pensando que si una nueva generación tampoco sabía conjugar deber con placer, el futuro no se veía bien aspectado. Después me contaron que en los liceos mixtos el carrete estaba movido. Eso me consoló de algún modo.

5.29.2006

La ignorancia

Me llama la atención todo lo que ha durado en los medios el tema del desconocimiento exhibido por Carla Ochoa en torno a asuntos de contingencia.

Lo digo de inmediato: Esta vez, yo estoy con Carla.

Esta pobre niña de silicona ha sido objeto de las mofas de esa amorfa y cruel entelequia bautizada como opinión pública porque no sabía de las propuestas de paridad de género en el sistema político chileno y otros tópicos que ya no recuerdo y sobre los cuales probablemente yo tampoco tenga idea.

No puedo imaginarme quién en su sano juicio espera que una persona como ella esté al tanto de discusiones como aquella de la paridad. De partida, porque supongo que ella, como mujer - objeto, vive más que nada de la disparidad de géneros. En el fondo, hay muchas cosas que ella no necesita saber para vivir, que no tienen que ver con su sustento ni su sobrevivencia. Celebro el altruismo de quienes se interesan por el mundo más allá de sus narices y por la gente más allá de sus consanguíneos, pero no creo que se pueda condenar a quienes se salvan sólo a sí mismos con ciertos niveles de decoro, honestidad y respeto por los derechos de los demás.

Así que no me parece condenable el desdén o por la actualidad de gente como esta joven Ochoa. Hasta donde entiendo, la chica no es más que una modelo que ha protagonizado uno que otro escándalo de los cuales también parece haber profitado económicamente gracias al interés de los medios en algunos episodios tumultuosos de su vida. Por lo tanto, sus habilidades deberían ir por el lado de mantener un cuerpo que le permita ser atractiva en cierto ámbito, que en su caso no debe ser tan fino, pero en torno al cual sí se mueva harta plata. También sería esperable que cuente con habilidades para negociar y rentabilizar al máximo las demandas mediáticas de que sea objeto. O al menos que sepa escoger a alguien que lo haga bien por ella.

Y con eso quedaría lista. No veo por qué alguien así deba siquiera ver el noticiario. Olvídense de leer el diario. Supongo que nadie espera que Cristián Warnken esté al tanto de la suerte del late show de Felipe Avello o de la fecha de bautizo de la guagua de Pampita y Benjamín Vicuña. Pero sí parece natural exigirle a Ochoa y otras (siempre son las mujeres las protagonistas de estos bochornos) que manejen datos que yo apostaría que tampoco maneja el ochenta por ciento del público que se ríe de ella.

Me recuerda a Carola Zúñiga y el día que, en un programa de televisión por cable, anunció la muerte de Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, cuando el que se había muerto era el escritor chileno Roberto Bolaño. Yo no me reí entonces. Más bien me detuve a pensar cuánta gente que se mofaba de ella había leído alguna página de Bolaño en su vida. No pude indagarlo muy bien, pero pude estar seguro de que Chespirito era una referencia mucho más cercana para todos. (No puedo defender a Zúñiga en aquello de dejar al Papa para perpetuar nuestra especie en caso de que todos los otros hombres se extingan, porque demuestra desconocimiento de las capacidades reproductivas masculinas y eso es algo que todos tenemos que conocer; básicamente, su error fue ignorar que un hombre anciano no es lo más apto para la reproducción).

Creo que el manejo de la información se ha sobrevalorado socialmente. La información no es más que un registro de hechos que son relevantes para nuestro desenvolvimiento en el mundo. Yo no leo el diario porque me guste. En realidad, me gusta bien poco. Lo hago porque lo necesito para poder llevar a cabo tareas que sí me interesan. No puedo entonces decir que sea bueno o malo que yo lea el diario. Es sólo que me resulta necesario.

Se asocia también el manejo de la información a la inteligencia. No sé casi nada de esto, pero intuyo que la inteligencia no tiene qué ver con cuán informado estás, sino cómo configuras la información que posees y si eres capaz de crear o ver nformación nueva a partir de datos antiguos.

Y en cuanto a la inteligencia, debo decir que debería considerarse irrelevante al momento de sopesar los méritos de alguien. Ser inteligente es como tener plata o ser zurdo. Prácticamente te tocó. Por genética, por los estímulos presentes o ausentes en el medio en que te tocó vivir. Y ciertamente por el azar que a veces cambia la influencia de la genética y el entorno.

Entre la información y la inteligencia, yo elijo una tercera opción: la bondad. La bondad es misteriosa y no tiene explicación. Hay gente buena en todas partes, en todas las razas, en todos los continentes, en todos los segmentos socioeconómicos. ¿Por qué será así? Tal vez la maldad comparta estas características, pero tampoco olvidemos que la maldad hace mal y la bondad hace bien.

Los informados no despiertan mi admiración. Los inteligentes tampoco. Mi admiración la despiertan los buenos.

5.18.2006

¿Cómo es el futuro?

Hace 13 años y unos meses que trabajo en medios de comunicación. A eso le sumaría un par de años en mi adolescencia, durante los cuales repartí correspondencia a medios para el trabajo de mi mamá. No había correo electrónico y, como siempre, nadie confiaba mucho en el fax, esa triste tecnología transicional caída en desuso.

En todo este tiempo, es lógico e inevitable, muchas cosas han cambiado. Una de ellas, y la que más me impresiona, es que quienes ocupan posiciones en medios tradicionales viven de un tiempo a esta parte con la paranoia de la extinción, con el miedo feroz a pasar a la lista de obsolescencia junto al fax y los equipos Betamax.

Que la tele y la radio digitales, que internet, que los blogs. El otro día, unos colegas hablaban de académicos de Harvard o algo así que dictaminaban a corto plazo la muerte de los medios como los conocemos.

Esto se va a acabar, dicen. La gente de las radios, de los diarios, de las revistas, de la tele, pasaremos a ser con suerte una pieza de museo, tal vez objeto de la trivia pop de las décadas que vienen.

Todos tienen esos diagnósticos. Dicen que el futuro está aquí y que el que no se adapta o cambia, perecerá. Lo que no dicen los académicos, los expertos comunicacionales ni mis colegas es por qué y cómo se producirá ese cambio. Yo no digo que no se vaya a producir, pero no lo veo tan claro. Si digo que viene un cambio, tengo que tener al menos la noción de que viene algo distinto a lo que hay. Por lo tanto, debo albergar ciertas percepciones sobre aquello que ese cambio representa.

Bueno, se sabe de aquellos griegos que deploraban la escritura porque denigraba a la palabra hablada. Se puede interpertar ahí que la escritura era una amenaza para la palabra hablada. Pero la escritura se asentó como forma de reproducción y transmisión del conocimiento y la palabra hablada siguió siendo una forma de comunicación esencial. En nuestra era, ¿qué es el hip hop sino uno de los grandes triunfos artísticos de la palabra hablada?

La tecnología supuestamente más avanzada y participativa, la escritura, no desplazó a su antecesora supuestamente más rústica, la palabra hablada. Como tampoco la imprenta desplazó a la escritura, ni la fotografía a la pintura, ni el cine a la fotografía, ni la televisión al cine ni a la radio, ni la TV por cable a la TV abierta. Recuerdo incluso haber leído que ni siquiera el correo postal ha sido desplazado por los correos electrónicos.

No estoy en condiciones de llegar a algún tipo de conclusión ahora. Sólo me interesa constatar que todo este alboroto con el supuestamente incierto futuro de los medios actuales tiene mucho de ansiedad y cierta predilección por los escenarios catastrofistas. Intuyo que el paisaje tecnológico de nuestros tiempos no es una jungla de especies que se amenazan entre sí. Más bien lo concibo como un ámbito de relaciones complementarias, donde diversos medios se integran gracias a la digitalización. Para entender esa forma de convivencia entre tecnologías, lo que se necesita es calma y serenidad.

No vale la pena preguntar cómo es el futuro, porque está inoculado en el presente.

3.30.2006

Estrategia estratégica

De un tiempo a esta parte, he notado que la palabra "estrategia" y sus derivados abundan en el habla y la escritura de gente con la que me relaciono directa o indirectamente.

"Hay que tomar una decisión estratégica", "tal cosa o tal persona tiene valor estratégico", "necesitamos diseñar una estrategia", "entréganos un plan de acción estratégico", "hay que enfrentar esto con comunicación estratégica". A veces me imagino que, en medio de una reunión, alguien va a pedir un "café estratégico", va a atender una "llamada estratégica" o se va a parar para hacer una "visita estratégica" al baño.

Me llama la atención que haya tantas cosas estratégicas, porque supongo que, si se las califica de tales, se trata de cosas realmente importantes y preciadas. Y si miro a mi alrededor, en realidad no encuentro casi nada que sea tan importante, decisivo o crucial. Es más, me parece que la importancia de un objeto, de una persona o de una acción se debe a su carácter especial o su escasez, como creo que se dice en economía.

Hagamos una breve detención en el diccionario de la Real Academia Española:

estrategia.
(Del lat. strategĭa, y este del gr. στρατηγία).
1. f. Arte de dirigir las operaciones militares.
2. f. Arte, traza para dirigir un asunto.
3. f. Mat. En un proceso regulable, conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento.

estratégico, ca.
(Del lat. strategĭcus, y este del gr. στρατηγικός).
1. adj. Perteneciente o relativo a la estrategia.
2. adj. Que posee el arte de la estrategia. U. t. c. s.
3. adj. Dicho de un lugar, de una posición, de una actitud, etc.: De importancia decisiva para el desarrollo de algo.

Dos cosas: Según estas definiciones, la estrategia tiene que ver con el control, es aplicable a "procesos regulables" y lo estratégico, como decía antes, es aquello decisivo para conseguir algo.

Creo entonces que el abuso de la palabra estrategia se debe a que, sobre todo en las empresas, predomina la ilusión de que el mundo es controlable. He advertido que toda la gente lo sabe, pero prefiere hacerse la lesa. Es como cuando se nos olvida que todos nos vamos a morir. Ahora, ese olvido es necesario, porque nadie puede andar por el mundo con esa angustia de lunes a lunes, las 24 horas del día. Tal vez en el mundo del trabajo sea necesario mantener la ilusión del control sobre las cosas. Y también me huele que se necesita mantener la ilusión de que cada cosa que hacemos es crucial para la obtención de logros que igualmente creemos vitales.

Pero pensemos en un marinero que consigue financiamiento de la corona española para buscar una ruta alternativa a las Indias, porque los otomanos tienen bloqueado el único paso conocido y la gente de Europa necesita las especias de esa zona para comerciar y sazonar sus fomes comidas medievales. Su viaje era vital, necesario, estratégico. El tipo, creyendo haber llegado a las Indias, llega a una tierra hasta entonces ausente en los registros de los europeos. Desde un punto de vista estratégico, diríamos que fracasó. Sin embargo, no se ños enseña que Colón haya sido un loser.

¿Qué estrategia tenían el funcionario de patentes que formuló la teoría de la relatividad, el cavernícola que encendió fuego por primera vez, Lennon y McCartney? Napoleón, el estratega estereotípico, se convirtió en un emperador tirano que tiró por la borda los principios de la revolución francesa y precipitó una reacción conservadora en Europa tras su caída. Graham Bell pensaba que el teléfono serviría para llevar conciertos de música clásica a públicos distantes. Internet surgió como un sistema de comunicación militar. Los descubrimientos, inventos y obras que han cambiado la historia generalmente no han obedecido a estrategias delineadas o al menos sus resultados, aquello que ha gatillado los grandes cambios de la historia, no han tenido que ver con lo que buscaba la estrategia formulada al inicio.

Estrategia es una palabra con que disfrazamos la escasa relevancia de las acciones y decisiones de la abrumadora mayoría de mortales que pasaremos por este mundo con pena o sin ella. Pero no con gloria.

Es una necesidad estratégica.

3.10.2006

Lo que no había antes de Lagos (una lista incompleta en su penúltimo día de gobierno)

- Autopistas nuevas

- Tags

- Música lounge

- Jeans de diseño

- Opinólogos

- Cirugía estética al alcance de la clase media

- Tratados de Libre Comercio

- Escándalos financieros de Pinochet

- Demencia de Pinochet

- Gestos de reparación a los torturados

- Obsesión con la distribución del ingreso

- Admiración ciega por el Presidente

- Plan AUGE

- Transantiago

- Reforma Procesal Penal

- Hotel Ritz

- Cobre sobre dos dólares la libra

- San Expedito

- Los pantallazos en la portada de LUN

- Reality shows

- Gigantes con Vivi

- Yerko Puchento

- APEC en Chile

- Ciclovías

- Caballos en Apoquindo

- Gays asumidos en TV

- Spencer Tunick

- Medallas de oro en Tenis

- Concierto (en la etapa "radio de hoy")

- Morandé con Compañía

- Machos

- Metro a Pte. Alto y a Recoleta

- Christell

- Suerte

2.28.2006

¿Cómo Estuvieron las Vacaciones?

Aunque entiendo que es inevitable cuando uno vuelve a su ciudad y a su trabajo, odio esa pregunta. No sé, me remite de inmediato a la temida composición con que uno comenzaba el año escolar.

Recuerdo particularmente una vez en que nos hiceron escribir el relato de nuestro veraneo y no era más que un cazabobos psicopedagógico para detectar quiénes eran disléxicos en el curso.

Claro que lo que más me irrita es la inevitable continuación de la interrogante: "¿Descansaste?".

Mi instinto de conservación y espíritu rousseauniano, con un no desdeñable aporte del súper yo, me contienen y se imponen sobre mis impulsos agresivos con una escueta respuesta afirmativa acompañada de una inexpresiva sonrisa de cortesía.

"Claro que descansé", me gustaría contestar en realidad. "Quién no descansa viajando en un auto sobrecargado, instalando todo su contenido en una casa desconocida, haciendo camas, lavando platos todos los días, bajando a la playa con una tonelada de pareos, toallas, paletas, baldes, quitasoles y bloqueadores pese a los cuales igual terminas hecho añicos con el sol, llenando de arena incluso las cosas que nunca la tocaron, inventando cada cinco minutos una nueva forma de negarte a comprarle un helado a los cabros chicos, batallando con un calefont cuyos caprichos te torturan en la ducha, engordando como foca con panes amasados cuyos nocivos efectos tratas de contrarrestar trotando y haciendo abdominales hasta reventar y así día tras día hasta que tienes que volver a meter al auto todo eso que de milagro cupo a la ida y también de milagro esperas hacer caber a la vuelta".

No. En las vacaciones, por lo menos en las mías, no se descansa.

Pero no me quejo. Al contrario, me gusta el desgaste de las vacaciones, porque que tiene que ver con lo básico. Es un agotamiento no alienante. Te cansas de lavar platos porque necesitas comer en platos limpios. No te cansas obedeciendo ni dando órdenes cuyo sentido se te escapa, aunque sabes que así recibes a fin de mes un pago que te tendrá otros treinta días sometido al mismo sinsentido.

En las vacaciones, tu desgaste tiene un sentido inmediato y claro, de algún modo ligado a las rutinas básicas de la sobrevivencia. El subvalorado Eugenio Tironi afirmó en uno de sus últimos libros que Chile sería un verdadero país desarrollado cuando los sectores más pudientes vivieran sin empleadas domésticas. Es decir, cuando todo sintamos como algo cotidiano el cansancio de las vacaciones.