8.31.2005

Yo No Quiero Ser Joven


Tema de conversación de domingo en la cama por la noche junto a la bella Valeria, viendo Music Video Awards de MTV.

"¿Qué es esto?", nos preguntábamos consternados ante tanto hip hopero chulo en vaselina y a dos mil dólares cada percha. Yo añoraba los años del hip hop bien tuja, tipo Run DMC, Kurtis Blow, Public Enemy, incluso.

Hablábamos de ser joven. De si realmente había gente joven que disfrutaba ese anzuelo disfrazado de música lanzado por Tommy Hilfiger o algo peor. Y de si nosotros éramos jóvenes o no.

Yo lo tengo claro: no lo soy. Pago dividendo, soy padre, pago Isapre, impongo en una AFP. Sólo me falta el APV, pero espero tener pronto noticias al respecto. La vida ya no es para mí un campo de infinitas posibilidades abiertas hacia el futuro. Mis actos están en gran parte limitados y determinados por mis responsabilidades. No se puede ser joven si llegar a fin de mes figura alto en tus prioridades.

Por otra parte, ¿hasta cuándo vamos a estirar la cuerda de la juventud? ¿Hasta los 40? Por favor, ¿me van a decir que alguien que debería estarse chequeando la próstata sigue siendo joven? Aún así, seguimos escuchando hablar de "jóvenes" de más de 30 e incluso más de 40.

El lugar común reza que siempre se puede ser joven de espíritu. Eso me huele más que nada a un consuelo ante el paso del tiempo y el deterioro físico y mental. A nadie le importa ser joven de espíritu. Si realmente importara, los cirujanos plásticos no se forrarían como lo hacen. A propósito, hay mucha gente cuya vejez se adivina por lo jóvenes que han quedado luego de sucesivas aplicaciones cutáneas y subcutáneas del bisturí y el rayo láser.

Reconozco ser vanidoso. Que hago ejercicios más por eso que por la salud. Eso me convierte precisamente en un viejo. En alguien que está envejeciendo, al menos. Me alegro. No lo pasé bien siendo joven. Empecé a disfrutar las cosas cuando ya empezaba a ser adulto, a los 21, terminando la universidad y comenzando a trabajar. Así que no añoro esos años jóvenes de culto al malditismo, a la pose, al físico, a la onda. Yo no encajaba ahí. Lo único bueno de haber sido joven es que tuve que pasar por eso para llegar a esto.

Finalmente, me pregunto: Mientras mi mujer, mis amigos y yo podemos estar bailando a las 4 de la mañana en una fiesta, poniendo música, conversando, comiendo, bebiendo, pintando el mono, muriendo de la risa al inventar proyectos irrealizables, ¿dónde están los jóvenes? ¿Chateando?

8.23.2005

La Competencia


A mi mujer y a mí nos ha llegado el tan angustiante como inevitable momento que tantos padres deben enfrentar. Nuestra hija, que aún no cumple tres años, ya debe postular al colegio.

Cualquiera que haya pasado por el trance se los dirá: Es horrible. Expones a la persona que durante un par de años ha sido el centro de tu vida para que la juzguen y te digan si es apta o no. Es hasta ofensivo. Por supuesto que es apta. Cómo no va a serlo si es el más bello, bueno e inteligente ser humano que existe.

A uno no le gusta que la psicopedagogía se entrometa en la valoración de sus hijos. Creo que nos aterra esa primera confrontación entre un jucio presumiblemente profesional e imparcial y la percepción enteramente subjetiva que padres y madres tienen de sus niños. Por otro lado, no puedes evitar saber que en realidad te están juzgando a ti. Si los pendex no hablan todo lo que deberían, si no atinan a distinguir no sé qué figura de esta otra, si tienen rollos psicomotores o no saben socializar, ¿de quién es la culpa?

Los colegios también entrevistan a los padres, es cierto, pero incluso en las pruebas que dan los niños, los evaluados son siempre los adultos. Personalmente, puedo tolerar las malas evaluaciones. Me cuesta, pero puedo. Claro que otra cosa es que algo que tú hayas hecho mal perjudique a un inocente. Eso es lo que debes enfrentar al someter a tu cabro chico a un proceso de selección. Al final de todos los trámites, pruebas y entrevistas, sabrás de forma inapelable si estabas o no cagándola con la educación y estimulación de tu crío.

¿Exagero? Sí, en el sentido de que esto es con posibilidad de repechaje. Hay otros colegios y el rechazo en uno no significa que la vida de la pobre criatura que no pidió ser sometida a esta inquisición quede marcada para siempre por el fracaso. Tampoco se puede olvidar que esto de elegir colegio al cual postular es un regodeo ABC1 o aspiracional y que el grueso de la población sigue metiendo a los hijos donde pueda no más. Aplicando realismo y poniendo las cosas en contexto, no es tan terrible.

Lo duro, para mí, es otra cosa. Se me da mal el manejo en el esquema competitivo en que vivimos y que comienza a operar cuando se tienen sólo dos años y medio, como en el caso de mi hija. Ella ya entró en una secuencia de pruebas y mediciones que seguirá cada año de su educación, en su vida laboral, cuando sus propios hijos deban empezar a estudiar (¿se examinará a los fetos para seleccionarlos de acuerdo a las proyecciones de su constitución genética?).

Dicho más brevemente, aún no tienes todos los dientes y ya estás compitiendo. Puede que no haya otra opción y que en esto no nos diferenciemos de otros animales. Hay que competir por la comida y la sobrevivencia. Parece ser una ley. Podemos tener la posibilidad de darle un marco cultural a esa competencia, de hacerla más pareja y regulada, pero al fin y al cabo es una competencia. Algunos tienen que ganarla. Y otros, necesariamente, deben perderla.

Creo que todo esto sería más soportable si no sobredimensionáramos nuestra inclinación a ensalzar a los ganadores y si no rehuyeramos tanto a los perdedores. Lo más probable es que seamos ambas cosas en distintos momentos. Si la competencia es algo tan natural, intentemos que no sea tan dramática.

Comentario de mi mujer, Valeria, al leer esto: "Estás olvidando que estos procesos también apuntan a proteger a los niños, en la medida en que evitan que niños no maduros entren a sistemas a vivir frustraciones académicas y de socialización con el resto. Si una persona es sometida a hacer cosas para las que no tiene recursos sólo vas a crear y criar un niño desesperanzado, frustrado, enrabiado y perdedor". Es lo que yo llamo una comprensión cuerda y desdramatizada de la competencia.

8.12.2005

Lista de Canciones

Una lista de canciones mientras ordeno ideas para un nuevo ensayo breve (creo que ese es el género al cual dedicaré mayormente este blog, por dos razones: nadie me publicaría esos textos y, como todo lo que me gusta, no me llevará a ninguna parte).
El criterio es simple. Son canciones que me gustan, en ningún orden específico. Existe la restricción de una sola canción por intérprete.
Si buscan listas de discos, que son más útiles, visiten las que han hecho Javier y Sergio Coddou.

- Caballito Blanco, Anónimo
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My Favourite Things, Elenco de la Novicia Rebelde - Maldigo del Alto Cielo, Violeta Parra
- Desolation Row,
Bob Dylan
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Trouble Every Day, Frank Zappa & The Mothers of Invention
- Suite Recoleta, Fulano (instrumental)
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Promesas sobre el Bidet, Charly García
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Love, John Lennon
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A Day in the Life, The Beatles
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Sympathy for the Devil, The Rolling Stones
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Suffer Little Children, The Smiths
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Catch, The Cure
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Behind the Wheel, Depeche Mode
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Bizarre Love Triangle, New Order
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Just My Imagination (Running Away with Me), The Temptations
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Who's Loving You?, Smokey Robinson & The Miracles
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Victims, Culture Club
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All Things Must Pass, George Harrison
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Ya No Te Espero, Silvio Rodríguez
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The Broken Heart, The Mooney Suzuki
- Stop Whispering, Radiohead
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No Distance Left to Run, Blur
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A Little Respect, Erasure
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Living for the City, Stevie Wonder
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Don't Leave Me This Way, Communards
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Hopelessly Devoted to You, Olivia Newton John
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The Death of Ferdinand De Saussure, The Magnetic Fields
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Losing Your Affection, Future Bible Heroes
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Yo No te Pido la Luna, Daniela Romo
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Este Amor Ya No Se Toca, Yuri
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Watch Your Step, Elvis Costello
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Muchacha Ojos de Papel, Almendra
- Tatuaje Falso, Fito Páez
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Cantata de Puentes Amarillos, Pescado Rabioso
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Crying, Roy Orbison
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Et Maintenant, Gilbert Bécaud
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Words of Love, Buddy Holly
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Deadbeat Club, The B-52's
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Nightswimming, R.E.M.
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I Melt with You, Modern English
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If I Should Fall from Grace with God, The Pogues
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Final Caja Negra, Soda Stereo
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Universo, Entre Ríos
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Agua, Miranda!
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Sampa, Caetano Veloso
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Detalles, Roberto Carlos
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Landslide, Fleetwood Mac


8.02.2005

Ser Ateo


No recuerdo cuándo dejé de creer en Dios. Igual sigo escribiéndolo con mayúscula. Es un nombre propio y los nombres propios se escriben así, aunque sean de ficción, como Superman o el Viejo Pascuero.

Digamos en realidad que elegí no creer en Dios. Invertí la famosa apuesta de Pascal, que puede resumirse como "entre creer y no creer, mejor creer". Pascal pensaba que ante dos opciones con igual probabilidad de ocurrencia, era mejor apostar por la más conveniente. Entre ponerle y no ponerle, Pascal le ponía.

En esta materia específica, yo prefiero no ponerle. Opto por apostar que Dios no existe. Al ponerlo así, "apostar que Dios no existe", asumo que tanto su existencia como su inexistencia no se pueden demostrar. No creer es tan ilógico como creer. Se trata de inclinaciones que pueden ser emocionales, intelectuales, estéticas o, vaya uno a saber, hasta genéticas. Por cierto, también pueden ser imposiciones de la familia o de la sociedad.

Creer y no creer coinciden en ser opciones o imposiciones surgidas de un supuesto inicial que no es verificable empíricamente, pero son muy diferentes en todo lo demás. De partida, al no creer se reconoce que la muerte es el fin de la historia para cada quien. Después, nada de paraíso ni de infierno. Nada de reencarnación. Nada de nada. La Nada. También la escribo con mayúscula, no sé por qué.

Al ser ateo, no concibo la vida como la antesala curricular de una recompensa o un castigo ultraterrenos. Si uno es bueno, es bueno porque sí. Los actos y las personas adquieren valor por sí mismos, no como un medio por el cual acercarse a o alejarse de Dios. Creo que los ateos nos paramos en el mundo y vemos en él, en los seres vivos y la naturaleza, más fines que medios.

Otra gracia del ateísmo para mí es que, sin la creencia en una divinidad o un más allá, no hay razón para creer en el pecado ni en la culpa asociada a cometerlo. Lo asombroso es que sin pecado ni culpa, sin temor a un castigo después de morir, las cosas podrían ser peores de lo que son. No habría razón alguna para que existiese la bondad, la solidaridad, la lealtad, el heroísmo e incluso el no meterse con nadie ni andar hinchando las pelotas de los demás, cualquier cosa que beneficie a otros y cuya omisión no esté penada por la ley. Porque pecado no habrá, pero delitos sí.

Sin embargo, como ateo creo en algo que explica que la paz, la libertad, la igualdad, el respeto a los derechos de todos y otras ideas civilizadas existan como posibilidad. No es que esas cosas imperen siempre. De hecho, es más bien lo contrario. Pero no por eso son inconcebibles. Pienso que nadie perdería el tiempo en la persecución de esos ideales si no albergara la creencia en la Humanidad. Sí, otra mayúscula.

Aquí también se trata de creer, porque nadie puede tener una experiencia directa de la Humanidad, que implica, por lo bajo, a los seres humanos que existen, que existieron y que existirán, a sus obras, sus historias y el tipo de mundo en que vivieron. Yo me inclino a incluir también a los otros animales y a la naturaleza, por lo que tal vez haría falta otra palabra para escribir con mayúscula. Pero por ahora dejaré esa búsqueda pendiente.

Creer en la Humanidad es creer en que nuestros actos repercuten en otros, para bien o para mal. Para mí, esa creencia es la que permite pensar, por ejemplo, que es posible un mundo mejor tanto para nosotros como para los que vendrán después. Si no creyera en la Humanidad, nada me podría importar menos.

Para algunos ateos como yo, entonces, hay algo que trasciende nuestra existencia como individuos aislados. Esa trascendencia es distinta a la de Dios. Sólo sabemos que la podemos concebir, pero no experimentar. Con eso nos basta.

¿Se entiende?

(Nota: Esta es la segunda versión de un post anterior, que desapareció misteriosamente del blog. ¿Castigo divino?)