¿Qué es privado hoy?
Hay una tesis de Teilhard de Chardin, el filósofo cristiano que inspiró a Marshall McLuhan, en que plantea que el destino de la humanidad es convertirse en un solo organismo conectado entre sí y a la naturaleza (la idea de Noosfera, tomada a su vez de Vladímir Ivánovich Vernadsky).
McLuhan concibió los medios de comunicación y las tecnologías como las conexiones entre las miles de millones de partes que conforman este único organismo.
Si las tecnologías y la información que ellas portan efectivamente están conformando este organismo, ¿cabe hablar de distinciones entre lo público y lo privado, si no somos más que parte del mismo todo?
Adoptar una nueva tecnología siempre significa ceder una porción de privacidad. Por ahí circula la historia de un noble francés de fines del siglo 19 o principios del 20 que lo entendió muy bien, cuando se opuso a poner un teléfono en su palacio. Se negaba rotundamente a que cualquier pebleyo, desde el sitio que fuera, pudiera irrumpir en su residencia haciendo sonar la campanilla de un aparato.
Hoy vivimos en la era del triunfo plebeyo de la interconexión. ¿Llegaremos a añorar la privacidad que hemos perdido para llegar hasta aquí? ¿Nos opondremos a perder la que nos queda mientras crece esta Noosfera?
3 comentarios:
No pienso compartir mis partes privadas con cualquiera, solo los que yo elija. Creo que esa es una buena definicion de privacidad y aprecio que la industria de la tecnologia de la privacidad es solida y fuerte.
Otras industrias van a caer, pero todos queremos nuestra privacidad por lo tanto la tendremos porque los privados somos mayoria.
Para qué tanta paja si existe el on y el off? sólo hay que saber apagar los aparatos y ya está, qué tanto con la perdida de la privacidad si con un click ya la tienes de vuelta o muerta
Leí el otro día un post en flickr que decía: "prefiero dejarte mis saludos en tu flickr, porque el fotolog se presta para mucho copuchenteo".
Cuando yo iba al liceo, ni cámaras digitales existían, hoy los jóvenes plebeyos han asimilado las nuevas tecnologías y su pérdida de privacidad asociada de una manera natural, en cambio nuestros monarcas (léase políticos o entidades públicas) reusan a ceder, cerrando las puertas de sus castillos.
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Excelente artículo Sr. Fortuño, como siempre UD. no destiñe.
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