Ayer no pude postear nada sobre Ratzinger porque me tocó trabajar un poco más de lo habitual debido a la elección papal.
Odio este tipo de eventos en los que todo el mundo se alborota y se pone a actuar como si fuera una jornada crucial para la humanidad. Y, por cierto, odio tener que trabajar un poco más.
El mismo día que se elegía al cardenal alemán, la corte de apelaciones de no sé donde decretaba el cierre de la planta Celco en Valdivia por la muerte de los cisnes y a un argentino de apellido Scilingo lo condenaban a 640 -seiscientos cuarenta- años de cárcel por los tristemente célebres "vuelos de la muerte". Todo eso me parece más relevante que la elección del jefe de una religión, por más que sea la segunda mayoritaria en el mundo.
Demasiado revuelo para una cosa tan simple, un evento cuyo guión está escrito desde la edad media y en el que la única incógnita es un nombre. Una vez que se tiene el nombre, vienen los corneteos, las biografías y los análisis. Todo, por supuesto, también dispuesto desde antes. No creo que, en ese sentido, sea una gran noticia.
Lo contradictorio es que el acto de postear esto quiere decir que yo le asigno cierta importancia. Es cierto, se la asigno como ex católico que vive en una sociedad dentro del área de influencia cultural católica (que es más amplia que el área de la feligresía católica). Almuerzo los domingos con una familia católica, tomo el té con mis abuelos católicos, trabajo con gente casada por la iglesia católica.
Y me parece bien que Ratzinger sea el nuevo Papa. Concuerdo en esto con mi jefe (www.radioconciertoff.blogspot.com). Es más, creo que Ratzinger ha hecho lo correcto desde el punto de vista de la supervivencia de su organización. Creo que se dio cuenta de que una iglesia tolerante podía ser más numerosa, pero también más débil y diluida. Tal vez no se ha dado cuenta, o tal vez, sí, de que su modelo se parece al del fundamentalismo musulmán. Mientras más restrictiva es una religión, más se comprometen los fieles dispuestos a aceptarla. Para qué querría Ratzinger muchos católicos pero poco puestos de camiseta si ha de bastarle con pocos, pero disciplinados y convencidos.
Eso crea, sin embargo, dos problemas.
El primero es asunto de algunos católicos. Específicamente, de los católicos homsexuales, hoy rechazados por el dogma católico del que Ratzinger fue guardián durante más de dos décadas, de los católicos que creen que las mujeres también pueden cumplir funciones sacerdotales, de los católicos que creen que las parejas divorciadas tienen derecho a comulgar, de los católicos que creen en la investigación con células madre como una alternativa promisoria para enfrentar enfermedades hasta hoy sin cura, de los católicos que aceptan el condón como prevención del SIDA.
El segundo problema es la tentación fundamentalista de imponer dogmas religiosos a los asuntos de estado. Los estados laicos deberían, idealmente, proteger la libertad de acción en todos los ámbitos para que cada quien actúe según sus creencias. El fundamentalismo, como se ha podido ver en el lobby católico de nuestro país en contra de iniciativas como la ley de divorcio y la pildora del día después, busca imponer sus creencias para coartar la libertad de acción de quienes no las comparten.
La llegada de Ratzinger al trono papal indica que esa tensión entre la libertad de todos y las creencias religiosas de algunos seguirá existiendo. Por eso, el humo de la Plaza San Pedro nunca dejó de parecerme gris.
Nota: Ensayo y Error es una sección de este Blog dedicada a poner en alguna parte mis ideas sobre asuntos diversos.
4.20.2005
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1 comentario:
Sin ninguna pretensión de salvar tu Blog y a la espera de comenzar el mio, te digo que comparto gran parte, por no decir todo (ya que sonaría sospechosamente indulgente), tu visión sobre el significado de Ratzinger a la cabeza de una iglesia a la que adscribe algo como el 15% de nuestro planeta.
Lo preocupante no es que haya sido el papa alemán o el de africa (claro, a menos que hubiera salido el chileno, porque ahí si que nos vamos a mierda con el chauvinismo y las calles Errazuriz y el día del Papa, pero gracias a la divina providencia, no fue el caso), lo preocupante es que tendremos que seguir mordiendonos la lengua mientras la iglesia mete sus sotanas en los hemiciclos, mordiendonos la lengua, claro, a menos que tengamos un Blog. De esos que nadie lee, y menos, comenta.
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