5.26.2005

Fortuño's Review: Con las Riendas del Poder: La Derecha Chilena en el Siglo 20, de Sofía Correa / El Desierto, de Carlos Franz

La derecha chilena impulsó la reforma agraria. La derecha chilena apoyó y se benefició del fomento estatal a las industrias a través de Corfo. La derecha chilena ha gobernado junto a partidos de izquierda y ha apoyado, en distintas ocasiones, medidas populistas como la fijación estatal de precios y reajustes de salarios por sobre la capacidad económica del país. Cosas como esas se leen en el libro Con las Riendas del Poder: La Derecha Chilena en el Siglo 20, de la historiadora Sofía Correa.

Por supuesto que esas cosas se sabían de antes. El mérito de Sofía Correa es que no sólo las detalla exhaustivamente y de una manera fluida y dinámica, sino que también las sitúa dentro de una trama muy interesante, la trama de la sucesión de metamorfosis con que la derecha ha intentado, y conseguido, mantener su poder e influencia en Chile a lo largo del siglo pasado.

Esas metamorfosis no sólo incluyeron giros a la izquierda y el populismo. La derecha tuvo que destruir la democracia una vez que le resultó insuficiente como fuente de representatividad (después del fracaso del gobierno de Jorge Alessandri, la representación parlamentaria de la derecha no pudo contener el empuje social de los gobiernos de Frei Montalva y de Allende).

Una de las impresiones más fuertes que me quedaron tras la lectura del libro fue que la democracia nunca fue muy valorada por los actores políticos del siglo pasado. Sólo contaba como una forma de obtener representación política y no como un valor en sí mismo. Y esto no es válido sólo para la derecha. Un sector amplio de la Democracia Cristiana apoyó el golpe de estado. Un presidente radical fue el que promulgó una ley que proscribió al Partido Comunista en la década de los cuarenta. Los partidos de izquierda fantaseaban con la dictadura del proletariado.

Tal vez nuestro ejemplar pasado republicano y democrático no sea más que un mito. Y quizás los tiempos actuales nos brindan la oportunidad de valorar la democracia como el único mecanismo posible para dotarnos de autoridades y administrar los consensos y diferencias de nuestra sociedad.

La encarnación del trágico colapso de ese mecanismo, del fin del espejismo democrático, es uno de los temas centrales de El Desierto, la nueva novela de Carlos Franz. Su protagonista es Laura, una profesora de filosofía en Alemania que durante laUnidad Popular fue la jueza más joven del poder judicial, con magistratura en el pueblo ficticio de Pampa Hundida, en el Norte chileno. Diecinueve años después del golpe, Laura vuelve a ese pueblo, donde se cometieron violaciones a los derechos humanos (la novela alude al paso de la "caravana de la muerte"). Su regreso se debe a una pregunta que su hija le formula en una carta :¿dónde estabas tú, mamá, cuando todas esas cosas horribles ocurrieron en tu ciudad?)

Parte la novela es la carta donde Laura responde a su hija, reviviendo los días de la llegada y el asentamiento del mayor Mariano Cáceres, a cargo de la construcción y regencia de un campo de concentración en las afueras de Pampa Hundida (una alusión a Chacabuco). Intercalada en capítulos situados en el presente de los hechos, la epístola detalla el asombro, la perplejidad, la culpa y el sacrificio final de Laura en pos de una justicia abolida e irrealizable.

En elpresente de la novela, Pampa Hundida celebra una vez más su tradicional fiesta religiosa (una alusión a la Tirana). Laura reencuentra a los hombres notables de la ciudad, cada uno conviviendo a su modo con las secuelas de hechos en lo que tuvieron distintos grados de complicidad o aquiescencia. Y Cáceres está de vuelta, viviendo como anacoreta en las mismas ruinas salitreras dond eestuvo su campor de prisioneros.

El carnaval religioso provee de potentes metáforas sobre la compenetración entre el bien y el mal, la convivencia entre el culto apolíneo a la virgen y el descontrol dionisíaco de la diablada. Ese es también el conflicto que encarna Laura, quien un día creyó en una justicia abstracta y universal para luego descubrir al borde del terror que no es posible alentar esa creencia ni desconocer la fuerza de un poder donde la crueldad es perfectamente posible, o al menos tan posible como la bondad, porque en esa esfera no existe tal distinción.

Si comenzamos a creer en serio en esa democracia que Sofía Correa nos muestra como objeto de manipulaciones y maniobras de sobrevivencia en el poder, deberíamos estar conscientes de ese potencial de horror que Franz instala en el desierto que rodea implacable y mudo al paisaje y los personajes de su novela.

1 comentario:

Roberto Arancibia dijo...

Me gustó mucho El Desierto. También lo que escribes aquí del libro. Me tocó escribir la crítica para el número que circula de Santiago Entretenido.
Lo que es el Camilo Marks, hace dos semanas en Revista de Libros en El Mercurio, lo destrozó. Sin asco.
Pero Arturo Fontaine, el domingo pasado dijo: "No más rodeos: Franz ha escrito una novela de padre y señor mío, una novela en la que hay grandeza, en la que hay verdad y que está recorrida de punta a cabo por una belleza terrible."