Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce...
si hay algo en él de amargo, seré yo.
(César Vallejo)
Mi abuelo murió hace una semana y un par de días. Una leucemia que sobrellevó admirablemente durante muchos años terminó con su vida cuando tenía 93 años.
He querido escribir algo sobre él todo este tiempo, pero me habían detenido la pena y cierto pasmo que me produce la histeria de los ritos funerarios católicos, la invocación obstinada a dios y el más allá, la triste rutina de lugares comunes que se esgrimen como consuelo, la puesta en escena y los diálogos fútiles que se montan con el fin de disimular el triunfo de la muerte, protagonista que se impone siempre y pese a todo.
Viví con mi abuelo hasta los 21 años. El forma parte del cuadro hasta en mis primeros recuerdos. Crecí observándolo y gran parte de lo que soy se lo debo a él. Era un hombre bueno y sencillo. Fue el primero que me hizo el truco del pulgar que parece amputado. Fue el primero que me preguntó cuántos pares eran tres moscas y de qué color era el caballo blanco de Napoleón. Me contaba chistes. Como nadie, mi abuelo me enseñó a apreciar la importancia del humor y los juegos en la vida.
Lo recuerdo en la primera casa en que viví con él, la casa donde nací, sacando uvas del parrón y naranjas de un árbol cuyas ramas alcanzaba con una vara larga a la que había adosado un cortaplumas y un tarro para recibir la fruta. Mi abuelo siempre estaba inventando herramientas y muebles, pisos, taburetes, mesas. Le gustaba cuidar su jardín.
A veces me llevaba de compras y se valía de su simpatía natural para conseguir siempre alguna rebaja. Durante gran parte de su vida trabajó como vendedor, por lo que sabía tratar a la gente, demostrarle preocupación y consideración. Lo hacía honestamente y con todo el mundo. Era discretamente coqueto y galante. Pasó sus últimos días rodeado de mujeres.
Mi abuelo vivía en una forma que no era precaria, pero que tampoco iba mucho más allá de la satisfacción de las necesidades básicas. Creo que le bastaba con eso. Disfrutaba con lo esencial, el brote de una rosa, una copa de vino, una partida de dominó. Tal vez no tuvo ambición, pero nunca pasó por encima de nadie, nunca engañó, nunca manipuló, nunca explotó a nadie.
Mi abuelo era un hombre de otro tiempo, al que le importaban cosas que a nosotros ya no nos importan. Era capaz de ser feliz con un rayo de sol. Ahora que no está, creo que necesito aprender a ser como él.
6 comentarios:
simplemente hermoso. esto que tan dedicadamente has escrito es lo que yo llamo herencia, de la que importa. lindos recuerdos habran de escuchar entonces tus hijos, la proxima vez que pasen bajo un cargado parron y, como no, cuando se abriguen incluso en invierno bajo los simples, dulces y maravillosos rayos del sol.
Qué lindo alcanzar a adulto para aprovechar a tu abuelo.
Yo nunca pude, todos murieron antes, y si hay algo con lo que me hubiese gustado llegar a los treinta, es con un abuelo.
No es necesario decir que él se quedó en ti, absolutamente
un abrazo
Que lindo texto, se nota el dolor.Los abuelos siempre se extrañan.
Linda infancia ;)
A medida que iba leyendo, no pude evitar recordar mi vida con mi lelo, que también falleció hace algunos años.
Los abuelos son uno de los regalos más hermosos de la vida, son un enorme baúl de experiencias y sabiduría.
Que bien que pudiste aprovecharlo hasta el final y que bien que puedas mirar hacia atrás y saber que todo lo bueno que tienes es porque pudiste contar con un gran ejemplo.
Gracias por hacerme recordar lo maravillosa que fue mi infancia y adolescencia con mi lelo y por hacerme recordar también que aún tengo otros tres abuelos que merecen también todo mi respeto y admiración.
Hola,
Me gustaron mucho tus palabras!!!
Lamentablemente, no estaba en Santiago, para la muerte del tío Sergio y no pude ir a despedirme.
Del tío Sergio, todos tenemos buenísimos y divertidos recuerdos. Como cuando contaba los mismos chistes y se reía como si fuese la primera vez que lo escuchaba.
Mi mamá hablaba de "mi tío Sergio" (Ximena Larreta Lavín), también con cariño y preocupación, incluso poco antes de morir ella; hace ya más de dos años.
Me imagino,que eres uno de los hijos de la tía July. Un abrazo.
Hola Sergio soy la Pily hija de tu tía tony me recuerdas ??
puse el nombre del tío para ver si encontraba a la familia que no tengo contacto .
como estas??? como esta tu hermano ??
He leído tu publicación es es realmente hermosa me dio mucha pena pero alegría recordar tan buenos momentos junto al mi tío abuelo , recuerdo que me decía que piladelecera jajaja (por mi nombre ) ademas me llamo Pilar Aida por tu abuelita , fuimos muy cercanos con ustedes en mi infancia , espero de corazón me recuerdes y me respondas , estoy en VA USA viviendo desde hace bastante tiempo .
bueno esperando que estés muy bien
Pilar Salas Larreta
pilarsalaslarreta@hotmail.com
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