7.06.2005

Las Macabras Fiestas de los Ochenta

Días atrás, uno de mis cuñados llevó a mi casa el nuevo disco de Los Miserables, La Voz del Pueblo. Es un colección de música chilena de protesta en estilo punk. Hay versiones para temas de Santiago del Nuevo Extremo, Sol y Lluvia, Illapu, Víctor Jara, Violeta Parra y otros.

Antes de continuar, debo decir que, en general, no me gustan Los Miserables. Lamentablemente, en 1994 me tocó escribir una reseña de uno de sus discos en la revista Rock & Pop y tuve que poner lo que pensaba. Lo terrible es que los comentarios iban acompañados de una nota al disco, del 1 al 7. Qué horror. Después de eso, me gané algún tipo de declaración ofensiva de la banda en alguna actuación. Bueno, estaban en su derecho.

Este disco me gustó más que aquel sobre el que escribí entonces. Es potente, está bien tocado y tiene mucho sentimiento. Pero no es de eso que quiero escribir ahora. Es otra cosa la que llamó mi atención.

Por su repertorio, el disco de Los Miserables es un viaje de regreso a los ochenta. Pero no sólo por eso. Entre canción y canción se escuchan registros históricos, archivos con las voces de Tucapel Jiménez, Pierre Dubois, Estela Ortiz, Francisco Javier Cuadra. Esas ventanas de audio al pasado son algo escalofriante.

Resulta macabro escuchar los gritos de dolor de Estela Ortiz luego del degüello a manos de carabineros de su marido, José Manuel Parada, al lado del tono monocorde, parsimonioso e indolente con que el entonces secretario general de gobierno, Francisco Javier Cuadra, anuncia el hallazago de los cadáveres de Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino, todos víctimas de los mismos "guardianes del orden".

Descoloca la calma de Tucapel Jiménez en un discurso donde prevé su asesinato. Estremece el breve relato con que el sacerdote Pierre Dubois, con una voz a punto de ceder ante el llanto, evoca el momento en encontró muerto a su amigo y también sacerdote André Jarlan, quien había recibido el impacto de una bala disparada para reprimir una protesta.

Escuchaba y pensaba: "esas fueron las fiestas de los ochenta, las verdaderas y macabras fiestas de los ochenta, un festín de sangre, crímenes y mentiras oficiales". Pensé en las absurdas y vacías fiestas de los ochenta de hoy, en los comerciales que usan hits de la época para atraer al segmento de los treintañeros, en los medios de comunicación que explotan esa nostalgia, incluido el mismo en que trabajo yo. Sentí repulsión.

Claro, es tonto pretender que sólo recordemos lo macabro de entonces. Después de todo, y como siempre, la vida seguía para los que quedaban vivos. Aquellas cosas superficiales que hoy son objeto de nostalgia pasaron y muchos las disfrutamos, pantalones amasados incluidos. Bailamos canciones tontas y nos obsesionamos más allá de toda lógica con las marcas que empezaban a penetrar el mercado local. Todo eso también es cierto.

Pero ya no puedo disociar las dos caras de la década. Cualquiera de las dos me recuerda la otra. Y no hay nada que hacer. Para muchos de nosotros, los ochenta resultan tan macabros como entrañables. Habrá que vivir con esa contradicción.

Después de todo, es una contradición menor al lado de la que descubrí después, siguiendo con estas cavilaciones: El mayor bienestar de nuestro país, nuestra estabilidad institucional, las mayores posibilidades de consumo, el crecimiento económico, las nuevas autopistas, los edificios, los pasillos de los malls, tienen como cimientos la sangre y los crímenes de ese entonces.

Para que nosotros los disfrutáramos, o nos diéramos el lujo de disfrutar criticándolos, otros inocentes tuvieron que morir.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

La música es una asociación a la vida y viceversa.

Shidi ! dijo...

Marx dijo “Los que no aprenden de la historia están condenados a repetirla". Yo creo que la utilidad de la historia, como muchos repiten sin pensarlo como cliché, no es "aprender de ella para no repetir los mismos errores". No en todos los casos por lo menos... Lamentablemente pasan los años y los seres humanos necesitamos vivir las cosas para aprender. No importa cuánto hayan sufrido nuestros abuelos con la crisis del 29, nosotros seguimos despilfarrando, pensando que el mundo es nuestro... La tarea con los difíciles años ochenta es mantener viva la memoria, recordar que muchas de esas modas rebeldes, también tenían que ver con una resistencia interna... y que no todo era luces y repetición de coros sin sentido. Hay algo detrás de eso, y es eso lo que no se debe olvidar... para eso sirve la historia entonces... para mantener la memoria, para recordar que somos humanos y que hay seres humanos que lucharon antes que nosotros. Tal vez por las mismas cosas, tal vez por otras mejores... Quién sabe
salu2, buen post
Shidi !
www.mividaesunblog.blogspot.com

feña dijo...

Pensaba, cuando leía, que el ejercicio que hace rato falta es el balance, la síntesis de los 80. Como tocar Silvio Rodríguez en punk, como juntar pantalones amasados y la voz de Estela Ortiz. Dificil? yo encuentro que es titánico meter eso en una historia coherente. Hay gente que va mejor encarrilada, pero (o porque) tiene 15 años. Uno, más viejo, tiene más pega que hacer porque sabe más. Y está más cagado.

Concuerdo en que es frívolo transformar los 80 en una especie de mito divertido. Es una mierda. Nos constituye, pero ojalá nunca hubiera pasado tener un asesino como presidente. Reirse de los 80 (tipo 3 meses de vacaciones) es una forma de anestesia para poder acordarse y sentir un poco de vergüenza, no por los peinados, sino por los horrores. Buen post.

Shidi ! dijo...

Amplié mi comentario en mi blog, si quieres puedes verlo
salu2
Shidi !

Anónimo dijo...

Creo necesario y sano separar las cosas. En los 80 hubo muchos acontecimientos, buenos, malos y regulares...¡como todos los días de la vida no más!. ¿Vamos a sacrificar la celebración de un cumpleaños porque justo ese día nos robaron en el auto?. Lo he hecho, por lo mismo creo necesario y sano separar las cosas. Recuerdo con felicidad las guerras de agua que hacíamos todos los niños del barrio en los 80 y con horror la balacera/matanza de Fuente Ovejuna. Sin embargo, el recuerso de Fuente Ovejuna no entristece el de las guerras de agua ni mis guerras de agua logran alegrar o confortar el susto de esa fatídica tarde noche.

Anónimo dijo...

Dios te guarde en tu oscuridad, y te guié en tu luz.
Puedes ir más allá en la búsqueda que en en tu propia historia de dolor y amargura.
Abandona tu yo y camina el camino de los otros.
Love is all you need.

ClaudioG dijo...

No sólo te ganaste "algún tipo de declaración ofensiva de la banda en alguna actuación". Durante el lanzamiento del disco "Te mataré con amor", Los Miserables quemaron un ejemplar de la revista Rock & Pop en la que estaba tu comentario.

Eran otros tiempos aquellos!!

ClaudioG
http://claudiogx.blogspot.com

Sergio Fortuño dijo...

Qué heavy la quema de la revista. Igual me consuela que la historia demuestre que la opinión de los críticos importa e influye bien poco.

feña dijo...

Uf, que amargo el comentario anterior. No, la amnesia no es remedio. Saber el valor de los actos (los buenos, los malos) toma tiempo. Que muchos no quieran saber no es razón para que uno se olvide de estas cosas.